Palabras del Pastor

Mensaje sobre la Santísima Trinidad

Este domingo celebramos el misterio de la Santísima Trinidad. Los que tenemos algunos años recordaremos cómo en el catecismo aprendíamos que hay un solo Dios y que en Dios hay tres Personas distintas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y que a este misterio le llamamos la Santísima Trinidad.

Dios se nos ha mostrado, nos ha dicho cómo es Él y nosotros como creyentes hemos descubierto su omnipotencia, pero sobre todo su amor, y más todavía, hemos conocido que Él es Amor.

Jesucristo, que nos ha revelado al Padre, nos ha dicho: “Si alguno me ama, mi Padre lo amará y yo lo amaré y vendremos a él y haremos morada en él”. Dios que no cabe en el universo entero. Él encuentra que su más linda catedral somos cada uno de nosotros. Dios que es tan grande y que es Amor, encuentra su gloria habitando entre nosotros.

Dios es grande y Él nos engrandece. Por eso esta Fiesta de la Santísima Trinidad que nos lleva a crecer en un espíritu de adoración y admiración ante la grandeza de Dios, nos ha de llevar también a pensar en la dignidad inmensa de cada hombre y mujer en los cuales Dios se complace.

Si ante Dios hemos de conducirnos con temor, temblor y reverencia, también algo de esto debe haber en nuestro trato con las personas en las cuales Dios habita de un modo misterioso. Esta realidad en la cual creemos ha de llevarnos a respetar toda vida humana, desde su concepción hasta su muerte natural, esta verdad ha de llevarnos a cultivar un gran respeto en el trato entre nosotros.

Por todo esto nos ha de doler y hemos de pensar cuánto le dolerá a Dios ver que de muchas maneras nos agredimos, cuando crece la violencia en las palabras y los gestos, cuando proclamamos que ha de ser un derecho el decidir si ha de nacer o no un niño ya concebido o cuando creemos que nosotros podemos decidir cuándo alguien puede morir. El aborto, la eutanasia, temas que hoy se debaten y que incluso se pretende que queden plasmados como un derecho en la Constitución. Ello, nos indica que los derechos humanos no son tan respetados como decimos, ya que el primer derecho humano es el derecho a la vida y a cuidar de ella en todo momento. No miramos con el respeto y reverencia debida la existencia humana.

 

Si tuviéramos más presente a Dios, grande y poderoso, Padre y salvador y reconoceríamos la dignidad que nos ha regalado, si creyéramos que Él habita en nosotros, tendríamos una capacidad de asombro y de respeto ante toda persona sin discriminación alguna.

 

Que la Fiesta de la Santísima Trinidad, que nos habla de la grandeza de Dios y también de la grandeza del ser humano, nos ayude a entender cuánto hemos de trabajar todavía para vivir lo que decimos creer. Como católicos proclamemos la grandeza y gloria de Dios y también la grandeza y dignidad de toda persona humana. Dios uno y trino habita en nosotros, glorifiquemos a Dios cuidándonos y cuidando la vida de los demás.

+Guillermo Vera Soto

Obispo de Rancagua