Palabras del Pastor

Recemos a la Virgen del Carmen por Chile

En esta fiesta y en esta novena de la Virgen del Carmen, y fiesta de la Virgen Santa Teresa de Los Andes, recemos por Chile y comprometámonos a hacer de nuestro país esta Patria donde el Señor está presente y, como se ha pedido por generaciones, que también esté presente en nuestras leyes, en nuestras escuelas, en nuestros hogares.

Muy queridos hermanos y hermanas:

Los invito a que recemos en honor a la Virgen del Carmen, que por generaciones y generaciones se ha rezado en Chile, y que en medio de la Novena que estamos rezando y la fiesta de Santa Teresa de Los Andes, hija predilecta de la Iglesia chilena, hermana nuestra que está en el cielo junto a la Virgen, hablándole a Jesús de Chile, pidamos por nuestra Patria.

Vivimos momentos muy importantes para el presente y el futuro de nuestro país. Se nos ha entregado un proyecto de Constitución que vamos a votar dentro de unos pocos meses, entonces, que importante es que podamos junto con la oración, comprometernos como creyentes y ciudadanos, de querer lo mejor para nuestra Patria; y querer lo mejor para ella es tener muy presente a Dios, los valores que nacen del Evangelio, aquello que Jesucristo nos ha enseñado y por los cuales debemos jugárnoslas.

Por eso recemos por Chile y comprometámonos a informarnos de alguna manera sobre la Constitución que se nos propone y que vamos a votar. Tendremos muchas oportunidades para informarnos y formarnos, habrá programas de TV, en la radio y, por supuesto, el texto mismo que está al alcance de todos, para que de manera informada poder emitir, con responsabilidad y pensando en el bien de Chile y de las futuras generaciones, nuestro voto ese día 4 de septiembre.

Hoy, en esta fiesta y en esta novena de la Virgen del Carmen, y fiesta de la Virgen Santa Teresa de Los Andes, recemos por Chile y comprometámonos a hacer de nuestro país esta Patria donde el Señor está presente y, como se ha pedido por generaciones, que también esté presente en nuestras leyes, en nuestras escuelas, en nuestros hogares.

Que la Virgen del Carmen ruegue por Chile.  

+ Guillermo Vera Soto

Obispo de Rancagua

 

Oración por Chile

¡Oh Virgen Santísima del Carmen!

Llenos de la más tierna confianza, como hijos que acuden al corazón de su madre, nosotros vinimos a implorar una vez más los tesoros de misericordia que con tanta solicitud nos habéis siempre dispensado.

 

Reconocemos humildemente que uno de los mayores beneficios que Dios ha concedido a nuestra patria, ha sido señalaros a Vos por nuestra especial Abogada, Protectora y Reina.

Por eso a Vos aclamamos en todos nuestros peligros y necesidades seguros de ser benignamente escuchados.

 

Vos sois la Madre de la Divina Gracia,  conservad puras nuestras almas; sois la Torre poderosa de David, defended el honor y la libertad de nuestra nación; sois el refugio de los pecadores, tronchad las cadenas de los esclavos del error y del vicio; sois el consuelo de los afligidos, socorred a las viudas, a los huérfanos y desvalidos; sois el auxilio de los cristianos, conservad nuestra fe y proteged a nuestra Iglesia, en especial a sus Obispos, sacerdotes y religiosos.

 

Desde el trono de vuestra gloria atended a nuestras súplicas, ¡Oh Madre del Carmelo!

Abrid vuestro manto y cubrid con él a esta República de Chile, de cuya  bandera Vos sois la estrella luminosa.

 

Os pedimos el acierto para los magistrados, legisladores y jueces; la paz y piedad para los matrimonios y familias; el santo temor de Dios para los maestros; la inocencia para los niños; y para la juventud, una cristiana educación

 

Apartad de nuestras ciudades los terremotos, incendios y epidemias; alejad de nuestros mares las tormentas, y dad la abundancia a nuestros campos y montañas.

 

Sed Vos el escudo de nuestros guerreros, el faro de nuestros marinos y el amparo  de los ausentes y viajeros.

Sed el remedio de los enfermos, la fortaleza de las almas atribuladas, la protectora especial de los moribundos y la redentora de las almas del Purgatorio.

 

¡Oídnos, pues, Reina y Madre Clementísima! y haced  que viviendo unidos en la vida por la confesión de una misma fe y la práctica de un mismo amor al Corazón Divino de Jesús, podamos ser trasladados de esta patria terrenal a la patria inmortal del cielo, en que os alabaremos y bendeciremos por los siglos de los siglos.

 

Amén