Palabras del Pastor

Fiestas Patrias

"En el cumpleaños de Chile, pedimos que Dios bendiga a cada hijo de esta tierra, para que podamos cumplir la tarea de hacer de esta tierra la copia feliz del edén", enfatizó el obispo de Rancagua, monseñor Guillermo Vera Soto.

Queridos hermanos y hermanas:

Estamos iniciando el mes en que celebramos un año más de nuestra querida Patria. Al inicio de este mes, hemos de votar la Constitución que se ha escrito y se nos propone. Quiera Dios podamos vivir este proceso con prudencia y sensatez y que el día cinco podamos seguir buscando lo que mejor convenga a todos.

Para un creyente no es de menos importancia el haber nacido en ésta u otra nación. La fe y el ejemplo de  Jesús nos animan a querer la tierra y las tradiciones del lugar donde hemos nacido, aunque hemos de cultivar un corazón no sectario ni excluyente; todos los hombres y mujeres de todos los pueblos merecen nuestro respeto y cariño; esto es algo que nos ha identificado y que ahora con la migración se hace más necesario vivir.

Jesús Nuestro Señor amó su tierra, su gente, participó de las costumbres de su pueblo, se alegró y lloró por los suyos, asimismo ha de ser la actitud de nosotros chilenos frente a nuestro querido país. 

Chile es para cada uno de nosotros un gran regalo y desafío. Es un regalo haber nacido en esta tierra hermosa en la que, junto a tantos beneficios recibidos, tenemos el gran don de poder vivir en una relativa paz, digo relativa, porque la violencia nos ha quitado mucho de ella. Respecto a esto último, es bueno recordar que “la paz no es la mera ausencia de la guerra, sino que ella es sobre todo obra de la justicia… Dada la fragilidad de la voluntad humana, herida por el pecado, el cuidado por la paz reclama de cada uno de nosotros un constante dominio y vigilancia por parte de la autoridad legítima.”

La paz, este don del cual nos alegramos y anhelamos, no se puede lograr si no se asegura el bien de las personas, por eso es un desafío para nuestro país el lograr una mayor justicia social; sin duda que podemos notar que se han dado grandes pasos en ese sentido. Con todo, el bien de un pueblo no se puede medir sólo con los parámetros económicos; hemos de mirar también los valores que ese pueblo sustenta y que pueden otorgarle una verdadera calidad de vida.

Al mirar nuestra Patria con los grandes logros alcanzados, tenemos que meditar si nuestra gente, si cada uno de nosotros es más feliz. Con facilidad nos damos cuenta de que no es así. No somos más felices, porque el progreso y el bienestar no han llegado a todos como quisiéramos, también nos damos cuenta de que el afán frenético por trabajar y alcanzar mayores beneficios nos ha llevado en muchos casos a descuidar la vida familiar, de compartir con otros, de servir a otros, lo que ciertamente le quita a la vida un gran sabor. También no hemos de olvidarnos que nuestra historia creció acompañada por la fe cristiana y sus valores que a veces quisiéramos como arrinconar, sin darnos cuenta que la fe bien vivida nos hace más personas.

La grandeza de nuestra nación es un desafío para todos. Cada uno ha de aportar lo suyo. Cuando construimos una familia sólida, cuando trabajamos con honradez, cuando nos preocupamos de los más pobres, cuando desarrollamos los talentos que tenemos, cuando la fe nos mueve a actuar consecuentemente, estamos contribuyendo a que la paz sea una realidad, y a que la grandeza de Chile no sea sólo materia de discursos sino una verdad de la cual, todos podamos gozar.

En el cumpleaños de Chile, pedimos que Dios bendiga a cada hijo de esta tierra, para que podamos cumplir la tarea de hacer de esta tierra la copia feliz del edén.

Virgen del Carmen, Reina de Chile, salva a tu pueblo que clama a Ti.

 

Les bendice

+ Guillermo Vera Soto

Obispo de Rancagua