Palabras del Pastor

Obispo de Rancagua llama a revitalizar el domingo como Día del Señor

Monseñor Alejandro Goic Karmelic señaló que la forma óptima de celebrar el Día del Señor, es celebrando el misterio del cuerpo entregado y la sangre derramada de Jesús para la redención del mundo.

Monseñor, ¿Cuál es el significado de Corpus Christi?

Esta es una fiesta muy tradicional, es la vida de la Iglesia que nos recuerda la institución de la Eucaristía por parte de Jesús. Él, antes de padecer su Pasión, al final de la Última Cena con sus apóstoles, instituye lo que nosotros llamamos el Sacramento de la Eucaristía, cuando, tomando un poco de pan y de vino, dice: este es mi cuerpo y esta es mi sangre, y nos invita a realizar esto en memoria suya hasta el fin de la historia. Por eso la Iglesia ha querido destacar en un domingo esta festividad del Cuerpo y Sangre de Cristo, que es el centro de la espiritualidad cristiana. Lo más importante en la vida de la Iglesia es la celebración eucarística. Los primeros cristianos se referían a la Eucaristía diciendo: sin el domingo no podemos…, es decir, en nuestra época actual, en una sociedad secularizada, los creyentes tenemos que reivindicar  el domingo como el Día del Señor y la forma óptima de celebrar el Día del Señor, es celebrando el misterio del cuerpo entregado y la sangre derramada de Jesús para la redención del mundo.

Por eso es una fiesta importante. En muchos lugares, también en nuestra ciudad, se realizan encuentros procesionales y concentraciones en algunos templos, para celebrar este misterio de fe.

 ¿Cuál es la actitud que deberíamos tener los católicos frente a esta celebración?

En el fondo el Corpus Christi lo celebramos cada vez que celebramos la Eucaristía. Por eso, revitalizar el día domingo como el Día del Señor, participando en alguna de las Eucaristías que se celebran en las capillas, templos, catedrales; y luego,  haciendo de este un día familiar, con los  seres que uno ama; entrar en contacto con la naturaleza, que es la obra también de Dios entregada al hombre y a la mujer para su perfeccionamiento; visitando algún enfermo, estando cerca de una persona triste, abandonada, porque el que celebra el cuerpo entregado por Cristo en la Eucaristía, es alguien que sabe reconocerlo en el rostro del hermano, en el pobre, en el que sufre, en el pariente, en el amigo. Por eso que la Eucaristía tiene que proyectarse durante toda la semana y todos los días de nuestras vidas, celebrar a Cristo significa que también voy a reconocerlo en el rostro de los hermanos. El nos señaló que “lo que le hacemos a los otros se lo hacemos a Él mismo”. La trascendencia de la Eucaristía es que va a la vida y vuelve a la Eucaristía, por eso, el rito puede ser el mismo, pero la Eucaristía nunca es igual. Cada domingo con la Eucaristía comienza una nueva semana.