Estimados hermanos y hermanas:
Se acerca la Navidad, fiesta entrañable para nosotros los cristianos; fiesta que nos habla de la cercanía de Dios y de lo que valemos a sus ojos. Toda fiesta lleva consigo preparativos y adornos especiales que nos hacen vivirla de una manera especial.
Sabemos que la Navidad se acerca porque las vitrinas y las casas con adornos especiales nos lo muestran. Quiero invitarlos a que juntos pensemos en algunos de ellos y valoremos su significado.
El árbol de Navidad, presente en nuestras plazas y hogares, ¿qué nos puede enseñar?, él se eleve hacia lo alto, su copa apunta al cielo. Que así sea también nuestra vida, no algo plano, a ras de suelo sino que tenga horizontes hacia lo alto, “busquen los bienes de allá arriba donde está Cristo”, nos dirá el apóstol, sí que nuestra vida tenga sentido de eternidad, aspiremos siempre a cosas mayores no olvidando que lo más grande a lo que podemos aspirar es a amar más y mejor, aspirar hacia Dios.
El árbol de Navidad está iluminado, ¿cuántas veces lo contemplamos en la tranquilidad de la noche?, las pequeñas luces nos dan alegría y nos invitan a la interioridad y a la paz.
Pues bien toda persona necesita que su vida sea iluminada. Para los que creemos, Cristo es la verdadera luz, y el que lo sigue no camina en tinieblas. En medio de la oscuridad unas pequeñas luces nos dan seguridad. Que en el caminar de la vida, a veces oscuro, sea el Señor Jesús nuestra esperanza y nuestra seguridad. También es necesario no olvidar que cada uno de nosotros ha de ser como una pequeña luz que ilumine. Jesús nos dijo:”brille la luz de ustedes delante de la gente, para que ellos viendo las cosas buenas que ustedes hacen, glorifiquen al Padre que está en el cielo”, sí hemos de ser luz con nuestra ejemplo y servicio. El árbol con cientos o miles de pequeñas luces logra una armonía que nos da paz, quiera Dios que con nuestras vidas unidas a la de quienes están a nuestro lado, también puedan dar paz y esperanza.
Por Navidad hay campanas y estrellas que adornan nuestras casas, las campanas invitan a fiesta, advierten peligros, en las iglesias son como la voz de Dios. Las estrellas muestran caminos. Tratemos de ser nosotros lo mismo.
El Nacimiento ha de ser el adorno principal, en él debemos contemplar el misterio que celebramos, del Niño aprendamos que el que desee ser grande ha de hacerse pequeño y servir. Mirando el Nacimiento aprendamos lo valiosos que somos a los ojos de Dios.
Que Dios los bendiga
+ Guillermo Vera Soto
Obispo de Rancagua