Palabras del Pastor

¡Feliz Navidad!

Al celebrar Navidad, procurando estar en paz y tratando de hacer feliz a otros, no olvidemos a quienes sufren el horror de la guerra en diferentes partes del mundo, de manera especial de los niños que lloran por el ruido de las bombas y que no pueden jugar tranquilos. No olvidemos a los enfermos y encarcelados, a los que están solos y desanimados, para ellos también es la Buena Noticia del Nacimiento del Salvador, acompañemos con nuestra oración y tratando de ayudar en lo que de nosotros pueda depender.

Queridos hermanos y hermanas, esta noche santa nos confirma en la certeza de que nosotros siendo pecadores, aún somos amados por Dios, el cual se ha acercado para compartir nuestra vida, para tendernos la mano y enseñarnos el verdadero camino a seguir.

 

El pueblo que caminaba en tinieblas ha visto una gran luz. Que las palabras del profeta tú y yo podamos hacerlas nuestras, sí, el que no conoce el amor de Dios es como caminar en tinieblas, en cambio, el que ha oído de Jesús, aunque a veces nos equivoquemos en el camino, Él será la luz que con fuerza nos atrae.

 

Queridos hermanos, la fiesta que celebramos no puede llevarnos sólo a un sentimiento pasajero; no, Navidad es la fiesta del compromiso de Dios con el hombre: yo estoy con ustedes todos los días, dice el Señor. Él se ha acercado para permanecer con nosotros. El Señor permanece junto a nosotros en su Palabra, en la Iglesia, en la Eucaristía donde se nos da como alimento para nuestra vida y se ha quedado en cada hombre y mujer donde Él quiere ser reconocido y servido.

 

Si hoy nos arrodillamos ante el Dios hecho niño, cómo no arrodillar nuestro corazón para escuchar con atención su Palabra, cómo no sentir la Iglesia como mi  familia donde puedo encontrarme con Dios, cómo no arrodillarme ante el misterio de la Eucaristía, donde Jesús se ofrece por mi salvación y para que tenga vida, cómo no aprender a arrodillarnos ante el hermano más necesitado y cuando hablo de arrodillarnos lo que digo es acercarnos con respeto y devoción a la cosas de Dios y al hermano donde Dios habita. Navidad, no es para quedarnos en un vago sentimiento, es todo un desafío. La gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado: Ella nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos, para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad, mientras aguardamos la feliz esperanza y la manifestación de la gran gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús.

Al celebrar Navidad, procurando estar en paz y tratando de hacer feliz a otros, no olvidemos a quienes sufren el horror de la guerra en diferentes partes del mundo, de manera especial de los niños que lloran por el ruido de las bombas y que no pueden jugar tranquilos. No olvidemos a los enfermos y encarcelados, a los que están solos y desanimados, para ellos también es la Buena Noticia del Nacimiento del Salvador, acompañemos con nuestra oración y tratando de ayudar en lo que de nosotros pueda depender.

Hermanos y hermanas, hoy cuando nos sentimos felices por la cercanía de Jesús, nosotros que queremos ser de los suyos, hemos de tener presente que un cristiano no nace, sino que se hace. Sí, hemos de hacernos cristianos, no contentarnos con una fe heredada, sino que esa fe heredada que hemos de agradecer, hemos de cuidarla y eso se hace con un trato afectivo y permanente con Jesús, conociendo su Palabra y tratando de vivir sus enseñanzas, celebrando la fe y recibiendo los sacramentos, y en la lucha de cada día por ser fieles y un poco más parecidos a Él. Hoy, ante Jesús comprometámonos a hacernos cristianos, a ser testigos de Jesús, el mundo lo necesita y así nuestra fe no será un solo sentimiento sino vida.

Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que Él ama tanto.

¡Feliz Navidad!

Que Dios los bendiga

+ Guillermo Vera Soto

Obispo de Rancagua