Muy queridos hermanos y hermanas:
Estamos concluyendo un año, sin duda tenemos muchos motivos para dar gracias a Dios, porque Él no cesa de darnos bendición tras bendición, bendiciones a las cuales sin duda cada uno procura responder; con todo somos frágiles, que nuestras fallas sean motivo para experimentar misericordia a la vez que han de ser un impulso para siempre volver a comenzar. Como creyentes no nos angustiemos ante lo que puedan ser nuestras fragilidades, sino que siempre hemos de decir con fuerza y decisión: “Vuelvo a comenzar”. Dios tiene paciencia y mira el esfuerzo que cada uno coloca por serle fiel.
Un nuevo año se nos regala. Sabemos que las cosas no cambian porque aparezca una nueva hoja en el calendario, pero sí pueden cambiar si nos proponemos algunas metas que procuraremos alcanzar, uniendo a la gracia de Dios nuestro esfuerzo y perseverancia.
Como consagrados al Señor por el Bautismo, la Ordenación o la Profesión Religiosa, avivemos en nosotros el fuego del Espíritu, con la confianza que el Señor confía en cada uno y nos envía a hacerlo presente en medio de los hermanos. Son muchos en nuestras comunidades los que esperan de nuestro servicio y entrega, y muchos más los que necesitan que nos acerquemos a ellos llevando el tesoro de la fe que profesamos.
Comencemos este nuevo año con la confiada certeza que nuestras vidas están en las manos del Señor. Que nuestra fe esté viva y despierta para agradecer las cosas buenas y prósperas, y que esté viva y despierta para no dudar del amor de Dios en aquellos momentos que puedan ser difíciles.
Que el Señor los bendiga y guarde en su amor, que la Virgen los proteja.
Un año lleno de Dios, siempre será lleno de esperanza
+Guillermo Vera Soto
Obispo de Rancagua