Palabras del Pastor

Una invitación a orar por los niños no nacidos

Mensaje del Obispo de Rancagua, monseñor Guillermo Vera Soto, quien se refiere al Día del Niño que está por Nacer, que se celebra el 25 de marzo.

Queridos hermanos y hermanas:

A fines de esta semana que estamos comenzando, llegará el 25 de marzo, y estaremos a nueve meses exactos de la Navidad. Cada 25 de marzo celebramos y recordamos como Iglesia, con alegría y en una acción de gracias al Señor, la fiesta de la Anunciación del Señor, la fiesta de la Encarnación del Verbo.

Es la fiesta que recuerda aquel momento tan importante en la historia de la humanidad, cuando Dios una vez más entra en diálogo con su creatura y se acerca a la Virgen Santa, por medio del ángel Gabriel, que la visita en su casa, ahí en Nazareth. “Aquí Dios se hizo hombre” dice en latín en la casa que fue de María en Nazareth, la casa donde la Virgen recibe el anuncio del ángel, la casa donde la Virgen da el Sí al eterno. Es en ese momento que Dios comienza a ser hombre, a ser uno de nosotros en el vientre inmaculado de la Virgen María, esto lo celebramos un 25 de marzo, a nueve meses exactos de la Navidad, que es cuando celebramos su nacimiento.

Por eso, cada 25 de marzo, como Iglesia queremos recordar de una manera muy especial y hacer oración por todos los niños no nacidos, que son esperados con ilusión con cariño por sus padres; rezamos también por todos aquellos niños que son considerados como una amenaza y, a veces, se quisiera prescindir de ellos. Por ello, éste es un día para hacer oración e ir creciendo en aquella conciencia que debe haber en todos nosotros creyentes y toda la sociedad sobre el respeto de la dignidad de la persona, desde su concepción hasta su muerte natural. Al celebrar el 25 de marzo, el día del Niño No Nacido, queremos rezar para que crezca en nuestra sociedad ese respeto por el niño concebido, pero no nacido y crezca también un deseo de trabajar, aportar y poner lo mejor de nuestra parte para erradicar esa mentalidad de decidir si un niño debe o no nacer, y que puede ir creciendo y que va facilitando el aborto: “Muchos dicen: yo soy dueño de mi cuerpo y puedo decidir qué hago con él”.

Como creemos en el valor de la dignidad de toda persona humana desde su concepción, hagámoslo nuestro, defendámoslo y proclamémoslo también, como hemos de proclamar la bondad y la misericordia de Dios. Mucha gente, quizás, se ha visto enfrentada a este drama de vivir un aborto, hombres y mujeres, a esas personas también poder llevarles el mensaje de la bondad y la misericordia de Dios, que también sepan acercarse y confiar en este Dios, que es misericordioso y que siempre nos levanta. También tener en cuenta el mal hecho y por supuesto, evitarlo en lo sucesivo y no ir creciendo en esta conciencia que somos dueños de hacer lo que queramos con nuestra vida, con nuestro cuerpo.

Celebremos este 25, oremos por todo niño concebido y no nacido, oremos por todas las familias para que, como creyentes, e incluyendo nuestra sociedad, ayudemos a crecer en el respeto por la vida, por todas las vidas, si logramos esto nuestro mundo será mejor. Que la Virgen Santa, ella generosa para recibir la visita de Dios y responder el pedido del Señor, ruegue también para que todos nosotros seamos generosos para poder vivir en nuestra vida lo que el Señor nos pide. Que el Señor les bendiga

+ Guillermo Vera Soto

Obispo de Rancagua