Palabras del Pastor

Corpus Christi

Mensaje Obispo de Rancagua, monseñor Guillermo Vera Soto

Queridos hermanos y hermanas:

Este Domingo celebraremos la solemnidad de Corpus Christi, fiesta en la cual deseamos rendir un culto especial a la presencia de Jesús en medio nuestro, presente con su Cuerpo y Sangre, en el pan y el vino consagrado en la Eucaristía Siempre escuchamos en la predicación y en la catequesis sobre la importancia de participar de la santa Misa.

A lo largo de los siglos la Iglesia no se ha cansado de enseñar la centralidad que ha de tener la Eucaristía en la vida del cristiano. Esta enseñanza ha calado tan profundo en el corazón de los católicos que muchos hermanos nuestros han dado incluso su vida en momentos de persecución por participar en una Misa.

En los comienzos de la Iglesia encontramos a un grupo de católicos que cuando son sorprendidos en la ciudad de Abilene, celebrando la Eucaristía, antes de morir ellos proclaman: “sin el Domingo, sin la santa Misa, no podemos vivir”. Más cercanos en el tiempo a nosotros encontramos, en momentos de revoluciones o persecuciones, cómo creyentes se jugaban la vida albergando a sacerdotes o participando de una Misa a escondidas, pero donde el fuego del Espíritu animaba la vida y esperanza de los que de ella participaban.

¡Católicos de la diócesis de Rancagua, cuánto hemos de aprender de quienes así testimoniaban al certeza de la presencia de Jesús en medio de ellos! Por amor a la Eucaristía a lo largo de los siglos, la fe de los creyentes se ha plasmado en la construcción de iglesias que nos asombran por su belleza o que en su sencillez manifiestan también la fe de una comunidad que desea tener en medio de ella, un altar, donde el sacerdote pueda celebrar el Santo sacrificio de la Misa. El papa Juan Pablo II en el ocaso de su ministerio apostólico y el Papa Benedicto en el alba de su pontificado nos han hablado hermosa y profundamente acerca de la verdad de la Eucaristía.

El papa San Juan Pablo II nos ha dicho que de la Eucaristía vive la Iglesia, de este pan vivo se alimenta, por eso nos exhorta a que todos hagamos de ella siempre una renovada experiencia. La Eucaristía es la presencia salvadora de Jesús en la comunidad de los fieles y su alimento espiritual es de lo más precioso que la Iglesia puede tener en su caminar por la historia, ¿Por qué? Porque en la Eucaristía está inscrito de forma indeleble el acontecimiento de la Pasión y Muerte del Señor. No sólo lo evoca, sino que lo hace sacramentalmente presente. Es el sacrificio de la cruz que se perpetúa por los siglos. Sí queridos hermanos, lo que cada Viernes Santo celebramos y acompañamos con tanto recogimiento, agradecimiento y adoración, eso mismo se hace presente no como recuerdo sino como realidad viviente y que salva en cada Eucaristía, en cada Misa. Verdaderamente la Eucaristía es “misterium fidei”, misterio que supera nuestro pensamiento y puede ser acogido sólo por la fe. La Eucaristía es verdaderamente un resquicio del cielo que se abre sobre la tierra. Es un rayo de gloria de la Jerusalén celestial que penetra en las nubes de nuestra historia, de nuestras vidas y proyecta luz sobre nuestro camino.

Católicos de Rancagua: gustemos y veamos qué bueno es el Señor. Cada Domingo siempre, y cada vez que podamos durante la semana vayamos a Misa. Junto al sacerdote rodeemos el altar y dejemos que la gracia de Jesucristo inunde nuestras vidas. Junto a la santa Misa, no olvidemos tampoco la presencia del Señor en el Sagrario de nuestras iglesias y capillas, sí, ahí está el Señor, llamando, esperando, recibiendo. Vayamos a estar con el Señor.

Como Obispo, me alegro por los momentos de adoración que hay en nuestras parroquias y motivo una vez más a mis hermanos sacerdotes, diáconos y religiosas a que no nos cansemos de invitar a los hermanos a la experiencia de adorar y descansar en el Señor.

Que Dios los bendiga,

+ Guillermo Vera Soto

Obispo de Rancagua