Palabras del Pastor

NIÑOS Y NIÑAS: TESORO Y ESPERANZA

Al celebrarse el día de la Niñez el obispo de Rancagua, monseñor Guillermo Vera Soto, reflexionó: "Hemos de procurar para nuestros niños y niñas, aquellas cosas que no cansan, que no se desechan y que llenan la vida".

Queridos hermanos y hermanas:

Un día Jesús estaba enseñando, tomó a un niño, lo puso en medio de la gente y dijo: “Si no se hacen como niños no entrarán en el reino de los cielos”. Jesús nos invita a mirar a los niños y aprender de ellos, de su inocencia, de su capacidad de admirarse, de su capacidad de relacionarse, de lo fáciles que son para perdonar y olvidar, de lo abiertos que son a las cosas de Dios, de su capacidad de confiar, en fin, son muchas las cosas que los pequeños nos pueden enseñar.

En otra oportunidad, el Señor se enojó con los mayores que impedían a los niños acercarse a Él, y tomaba a los niños en sus brazos y los bendecía.

En estos días, cuando se nos invita a celebrar el Día del Niño, les invito a que tomemos a los niños en nuestros brazos y podamos ver qué es lo que a ellos les conviene y los puede hacer verdaderamente felices.

Las campañas publicitarias de estos días nos muestran muchas cosas bonitas y entretenidas como importantes para la felicidad de los niños. ¿Quién va a negar que un lindo juguete ilusione y alegre a un niño?, pero hemos de tener claro que ellos no dan la plenitud de vida, no son lo verdaderamente importante. Hemos de procurar para nuestros niños y niñas, aquellas cosas que no cansan, que no se desechan y que llenan la vida. A un niño no le va a cansar el que sus padres jueguen con él, un niño se sabrá pleno y seguro en un hogar estable, un niño sabrá la alegría de compartir al jugar con sus hermanos, un niño se alegrará cuando guiado por los mayores aprende a admirarse de la creación y aprende a tratar a Dios con confianza de hijo.

No son tan costosas las cosas que llenan la vida de los niños y cuando somos capaces de entregárselas, ellas llenan también nuestra propia existencia. Las cosas que alegran a los niños no se compran en las grandes tiendas, sino que se sacan del corazón.

Porque queremos lo mejor para nuestros niños es que es necesario no perder de vistas que los primeros educadores han de ser los padres, que los niños requieren de cuidados extremos, que al formar al niño se está formando al hombre y a la mujer de mañana. Hemos de procurarles, entonces, el ambiente adecuado para su desarrollo y crecimiento. Nuestros niños merecen que les entreguemos un mundo limpio, no sólo de la contaminación ambiental, sino también limpio en lo moral y social.

Hoy, al mirar a nuestros niños, ¿por qué no de rodillas si en ellos se experimenta tan cercana la presencia de Dios?, pensemos si les estamos dando lo que realmente les hace felices, si los estamos preparando para enfrentar el mundo y si estamos preparando este mundo para que ellos puedan desarrollarse como Dios lo ha soñado. No olvidemos que Jesús nos advierte: “Ay de aquel que escandalice a un niño, porque más le valdría que se colocara una piedra de molino y se tirara al mar”. Los niños son un don que hemos de apreciar y una responsabilidad que nos ha de llevar a estar atentos de su bien.

El Papa Francisco hablando acerca de los niños nos enseña: “Queridos hermanos y hermanas, los niños son un gran don para la humanidad”. Es verdad, son un gran don para la humanidad, pero son también los grandes excluidos, porque ni siquiera les dejan nacer. Los niños traen vida, alegría, esperanza, incluso complicaciones. Pero la vida es así. Ciertamente causan también preocupaciones y a veces muchos problemas, pero es mejor una sociedad con estas preocupaciones y estos problemas, que una sociedad triste y gris porque se quedó sin niños. Y cuando vemos que el número de nacimientos de una sociedad llega apenas al uno por ciento, podemos decir que esta sociedad es triste, es gris, porque se ha quedado sin niños.

Dios guarde y bendiga a nuestros niños.

+ Guillermo Vera Soto

Obispo de Rancagua