Palabras del Pastor

Obispo de Rancagua reflexiona sobre la Vida Religiosa

“Ya desde los comienzos de la Iglesia hubo hombres y mujeres que, por la práctica de los consejos evangélicos, se propusieron seguir a Cristo con más libertad e imitarlo más de cerca, y cada uno a su manera, llevaron una vida consagrada a Dios", dijo monseñor Guilermo Vera Soto.

Queridos hermanos y hermanas:

 “Ya desde los comienzos de la Iglesia hubo hombres y mujeres que, por la práctica de los consejos evangélicos, se propusieron seguir a Cristo con más libertad e imitarlo más de cerca, y cada uno a su manera, llevaron una vida consagrada a Dios. Muchos de ellos, por inspiración del Espíritu Santo, vivieron una vida solitaria o fundaron familias religiosas que la Iglesia recibió y aprobó de buen grado con su autoridad”.

“Los consejos evangélicos de castidad consagrada, a Dios, de pobreza y de obediencia, como fundados en la palabra y ejemplo del Señor, y recomendados por los Apóstoles y Padres, así como los doctores y pastores de la Iglesia, son un don divino que la Iglesia recibió de su Señor y que con su gracia conserva siempre” Así, en documentos oficiales la Iglesia confirma la valía de las diferentes Ordenes y Congregaciones religiosas existentes en la Iglesia Católica.

Cada año, el 15 de agosto, solemnidad de la Asunción de la Virgen al Cielo, la Iglesia en Chile celebra, da gracias y reza por el don de la Vida Religiosa que en esta Diócesis de Rancagua está presente en las diferentes comunidades que viven su carisma propio sirviendo y dando testimonio de Jesucristo en medio nuestro.

Como no dar gracias a Dios por la presencia en medio nuestro de la Vida religiosa contemplativa: Trapenses, Benedictinas, Adoratrices, hombres y mujeres, que buscan y sirven a Dios en la soledad, el silencio, oración, penitencia y trabajo, ellos ocupan en la Iglesia en lugar eminente ya que, con su testimonio y oración, nos muestran la centralidad que Dios ha de tener en la vida de todos y con su oración nos alcanzan del cielo grandes bendiciones.

Junto a ellos, las comunidades religiosas de vida activa, hermanos y hermanas que, en colegios, hogares de ancianos, misiones, trabajo parroquial, van contribuyendo cada uno desde su carisma propio a que el reino de Dios crezca en medio nuestro. Cuanto debemos a los Padres, Hermanos, y Hermanas, nuestras queridas monjitas, por lo que han realizado y como nos han acompañado a todos en el seguimiento de Jesús. Como no agradecer su cercanía, a las familias, los niños y jóvenes a los enfermos, su acompañamiento a los más pobres y alejados, haciéndoles sentir que Dios no los olvida y pienso de manera especial en la vida religiosa femenina, llevando la ternura de Dios.

La vida religiosa es apreciada en el Pueblo de Dios, son muchos los que desean que sus hijos estudien en colegios religiosos, muchos los que llaman a los Hogares para que acojan a sus enfermos y mayores, muchos los que agradecen su presencia cercana, amorosa y fraterna en las distintas comunidades.

En la diócesis de Rancagua, no son pocas las Comunidades religiosas femeninas y masculinas, rezamos para que lleguen más y para que las que ya están puedan tener las vocaciones necesarias para continuar sus obras y tareas, Son las familias cristianas, los mismos que buscan ser acompañados y atendidos por religiosos o religiosas quienes deber promover en su seno que algunos de los suyos puedan escuchar la voz del Señor y seguirlo en una vida consagrada.

Al celebrar a la Virgen Santa, que vivió pendiente de Dios y sirviendo con alegría, a Ella que ya goza del cielo, recemos para que en medio nuestro surjan vocaciones a la vida religiosa y que los que ya están con nosotros puedan vivir su consagración con alegría, recordándonos que Dios merece ser servido pro sobre todas las cosas y que no nos podemos olvidar de hacia dónde debemos dirigir nuestros pasos, al cielo donde Dios nos espera.

 

Este 15 de agosto saludemos con cariño a nuestras Religiosas y Religiosos.

 

Dios les bendiga

+ Guillermo Vera Soto

Obispo de Rancagua