Dentro de las prácticas de piedad del pueblo cristiano católico, destaca el rezo del rosario. Somos miles, sino millones los que a diario recorremos las cuentas de un rosario, desgranado Padre Nuestros y Ave Marías mientras recorremos partes de la historia de salvación y colocando ante el Señor por medio de María múltiples intenciones y necesidades que llevamos en el corazón.
Hoy, es muy común ver como en los espejos de los autos cuelga un rosario; cosa muy buena, sobre todo sí de ahí lo tomamos para rezar cuando solos en familia vamos de viaje. Es más, en nuestros bolsillos o carteras siempre debiera haber un rosario, los hay de tantos modelos y realizados con diferentes materiales, el llevarlo nos ha de recordar a los creyentes, que hemos de rezar, que hemos de estar siempre unidos al Señor y esta hermosa cadena, nos ayuda a ello. Tengamos todos un rosario junto a nosotros.
Llega ya el mes de octubre, en la Iglesia es el Mes del Rosario. La Iglesia no olvida que fue en la Batalla de Lepanto, un siete de octubre de 1571, donde la flota cristiana venció a la flota musulmana que amenazaba el occidente cristiano. El Papa Pio V atribuyó esta victoria a la intercesión de María a la cual el pueblo fiel acudió con gran confianza por medio del rezo del Santo Rosario.
Hoy en día son muchas las amenazas que se ciernen sobre nuestras vidas y nuestra sociedad. No dejemos de usar esta arma poderosa que es el rosario. Dediquemos cada día a ser posible unos minutos a rezarlo, nos hará bien meditar los misterios que nos dieron salvación, será bueno colocar en cada misterio alguna intención, así el repetir con fe las oraciones del Padre Nuestro, Ave María y Gloria, nos hará crecer en confianza y abandono en las manos del Buen Padre Dios.
Alguno quizá dirá, que el rosario puede ser monótono, que quizá es mejor orar con más creatividad y libertad. Sin duda que siempre será bueno rezar con toda el alma, eso es lo que debemos colocar en cada rosario, alma, cariño, fe, sencillez, humildad, confianza, abandono, esperanza, todo eso ha de tener un rezo del rosario. Además, te recuerdo: ¿deja el pobre de pedir o el enamorado de cantar con las mismas palabras?, Pongámosle alma a las palabras y el rosario seguirá siendo como lo han dicho los Papas: una gran oración.
Como cristiano y obispo les invito a cada uno de ustedes, hermanos sacerdotes, diáconos, seminaristas, religiosas, hermanos y hermanas, amigos todos, a que, durante este mes y siempre, recemos a diario o con más frecuencia el Santo Rosario. Oremos por nuestras familias, por la Iglesia y el Sínodo que en ella se vive, para que todos crezcamos en espíritu de oración y que seamos mejores discípulos y misioneros de Jesús, oremos por Chile y nuestra convivencia, por el país que deseamos, oremos por los enfermos y moribundos. Son tantas las necesidades y peticiones que sin duda se agolpan a nuestro corazón.
Aprovechemos tantos tiempos a lo largo del día que podemos llenar más de Dios: mientras vamos de viaje en el bus o colectivo, mientras estamos en el taco y no avanzamos, en la espera que se nos atienda, mientras vamos caminando, sí, ahí, en esos momentos que a veces nos enojamos o nos aburrimos en esperas largas podemos tomar el rosario que tenemos a mano y rezar, alabar a Dios con sencillez en el Padre Nuestro y el Gloria; recordar que Jesús es el salvador, cuando decimos, ¡bendito es el fruto de tu vientre!; podemos mirar a la Virgen y con ella recorrer el camino de nuestra vida, que al igual que en su vida junto a Jesús, tiene misterios de gozo, de luz, de dolor y de gloria. Por su puesto que habrá otros momentos donde en el silencio de una iglesia, ante el sagrario o la imagen de la Virgen, en la tranquilidad de la noche y del hogar, junto al lecho del enfermo y despidiendo a un ser querido, tomaremos también el rosario con fe, y haremos de esos minutos unos minutos llenos de Dios, que nos fortalecerán.
Recemos, como familia, como esposos, de manera personal, jóvenes y adultos. Tratemos de que en nuestras Parroquias y Capillas a diario se rece el Rosario, coloquemos ante la Virgen, a través de las humildes plegarias esas rosas que no se marchitarán y que serán sin duda causa de gran bendición para todos.
Les bendigo con cariño.
+Guillermo Vera Soto
Obispo de Rancagua