Con un templo Catedral lleno de fieles de distintas Parroquias del Decanato Rancagua, tuvo lugar la Celebración del Corpus Christi. Este día está marcado, entre otros signos, por la adoración pública del Santísimo Sacramento, el cual es también llevado en procesión por los sacerdotes y fieles. La fría tarde rancagüina no fue impedimento para que las distintas Parroquias de la capital regional se dieran cita en el Templo de San Francisco. Desde allí comenzó una procesión por el centro histórico de la ciudad, recorrido presidido por el Vicario General de la Diócesis, Padre Gabriel Becerra, quien portó junto a Sacerdotes y Diáconos la Custodia. Recorriendo las estaciones eucarísticas, los congregados fueron meditando, orando y alabando al Señor. Fue un signo eclesial el que tantos creyentes unieran sus voces y oraciones para dar testimonio público de su fe, aún en medio de las contrariedades que como Diócesis de Rancagua estamos viviendo. Al llegar a la Catedral, se celebró la Misa. En su homilía el Padre Becerra recordó que la única manera de poder reconstruirse como Iglesia era desde la Eucaristía. Ademas, sostuvo, en la Eucaristía tenemos el deber de poner al centro a las víctimas de los excesos de los Ministros. Sólo desde Jesús, recordó el Presbítero, podemos comenzar una nueva aurora eclesial. Al finalizar se dio la bendición solemne con la Custodia.