Palabras del Pastor

Con gran alegría y profunda devoción hemos iniciado el Mes de María

"En este Mes Bendito, mirando a la Virgen, a la llena de Gracia, a la bendita entre las mujeres, queremos aprender a mirar y tratar con los ojos de Jesús a cada mujer", señaló el obispo de Rancagua, monseñor Guillermo Vera Soto.

Muy queridas hermanas y hermanos:

Con gran alegría y profunda devoción hemos iniciado el Mes de María, tiempo de gracia y bendición que nos lleva a que tomados de la mano de María podamos ir creciendo en nuestra fidelidad a Jesucristo.

Las imágenes de la Virgen Inmaculada, que bellamente adornamos en nuestros altares, nos la representan a Ella, la toda hermosa, pisando una serpiente. Muchas veces los sacerdotes y catequistas hemos de responder a las preguntas especialmente de los niños: ¿Por qué la Virgen está pisando una culebra? Y la respuesta no se deja esperar: Ella es la vencedora del demonio, la triunfadora sobre el mal. Ella es la única criatura sobre la cual el demonio no tuvo poder en ningún momento de su existencia.

¡El enemigo de Dios ha sido derrotado por una mujer! Ante esta verdad y mirando a la Virgen es que hoy los invito a meditar un momento acerca de la importancia de la mujer en la vida de cada uno de nosotros, de nuestras comunidades, de la Iglesia.

En la Sagrada escritura encontramos el ejemplo de tantas mujeres que nos dan ejemplo de fe y fortaleza: Ana, Judith, Esther, la madre de los Macabeos, Isabel, Magdalena, y por supuesto, María la madre de Jesús.

Jesús el Señor con palabras y hechos concretos nos manifiesta la dignidad de la mujer y su valor indiscutible. Habló con ellas con cariño, cercanía y respeto (la samaritana), tuvo singular misericordia con la pecadora (Magdalena), las sanó (la hemorroisa), las reivindicó en su dignidad (la mujer sorprendida en adulterio), las eligió primeros testigos de la resurrección e incorporó mujeres al grupo de personas que le eran más cercanos: Magdalena, Juana mujer de Cusa, Susana y otras.

Si nosotros miramos hoy nuestras comunidades, si miramos la realidad de nuestras parroquias, vemos que la inmensa mayoría de los que participan son mujeres. Generalmente, echamos en falta más presencia masculina, más compromiso del varón con las cosas del Señor.

Ante esta realidad hoy queremos proclamar que la presencia tan numerosa de mujeres en las cosas del Señor no es una debilidad de la Iglesia, sino que es una fortaleza para la Iglesia y la humanidad. Sí, una mujer llena de Dios será siempre un instrumento para vencer el demonio y el mal que nos acecha. Una mujer que escucha la voz de Dios será siempre signo de esperanza para la humanidad.

Con los Obispos en Aparecida hoy damos gracias por las mujeres que están en nuestras comunidades, por ser las primeras transmisoras de la fe, por ser las grandes colaboradoras en la labor de los pastores.

Gracias mujeres catequistas, visitadoras de enfermos, gracias mujeres que se preocupan del ornato y belleza de nuestras iglesias y capillas, gracias mujeres cristianas que trabajan como secretarias en nuestra iglesia y son así rostro de ella, gracias mujeres que trabajan en tantos voluntariados, gracias mujeres esposas, madres, hermanas, abuelas, gracias mujer religiosa, gracias mujer joven, adulta, anciana que con tus encantos, entrega y servicio hacen que la vida de todos sea más hermosa.

Hoy, ante la hermosura de María, al contemplar la grandeza de la mujer. Cómo no lamentarnos como sociedad, de que innumerables mujeres de toda condición no sean valoradas en su dignidad. Cómo no sentir dolor por la muerte de mujeres, asesinadas por aquellos que un momento les dijeron que las amaban. Cómo no trabajar para evitar que sean objeto de una violencia que no sólo marca el cuerpo, sino que sobre todo mata el alma de la mujer.

En este Mes Bendito, mirando a la Virgen, a la llena de Gracia, a la bendita entre las mujeres, queremos aprender a mirar y tratar con los ojos de Jesús a cada mujer.

Queridos varones:

En la vida de cada hombre hay una mujer, es tu esposa, tu madre, tu hija, tu hermana, tu amiga. Respétala, apóyala, trátala con cariño, agradécele. No se te olvide que Dios te pedirá cuentas de cómo trataste a aquella que tiene tu misma dignidad y que ha acompañado tu vida. Que con los ojos de Jesús y de José sepamos mirar a cada mujer.

A ti mujer que eres ya mayor, adulta, joven o niña te recuerdo que no has de olvidar que la maternidad es una misión excelente que te corresponde. No se te olvide que en el hogar eres insustituible para la educación de los hijos y la transmisión de la fe. Claro está, que todo esto no se opone a tu desarrollo profesional, porque junto al varón estás llamada a mejorar la Tierra. Con todo, no olvides que hay cosas que sólo tu como mujer puedes hacer y dar, entre ellas, la ternura; que mirando a María aprendan a ser perfectamente mujeres.

Mujer, tu modelo es María, como Ella escucha la Palabra de Dios, cree que Dios te invita a hacer cosas grandes, no dudes del poder y amor de Dios para contigo.

Mira a María, qué libertad para responder, qué generosidad para servir, qué fortaleza en la adversidad, qué esperanza más activa, qué humildad más cautivante, qué belleza del alma más grande.

Mujer, aprende a defenderte, date a respetar, fórmate para conocer tus derechos y fórmate para servir mejor. Protégete con la coraza de la fe y lucha por cuidar aquellos que el Señor te ha confiado.

Mujer continúa con la misión de destruir el mal, que tu generosidad, tu capacidad de perdón, el ponerte en el lugar del otro, el ser generosa en el sacrificio, tu capacidad de rezar y esperar siempre en Dios todo eso haga que la fuerza del demonio, la fuerza del mal disminuya.

Mujer, tú al igual que María pisa la cabeza del demonio, opta siempre por el bien, destruye al que es la mentira, opta por la verdad, mujer derrota al demonio que trae la muerte, tú opta siempre por la vida.

Gracias Virgen María porque en ti, cada mujer encuentra su ideal.

Gracias a ti mujer por saber mirar a María, por querer aprender de ella.

 

Dios les bendiga

+ Guillermo Vera Soto

Obispo de Rancagua