Actualidad Diocesana

“Cómo Visibilizar la Pobreza en la Búsqueda de Soluciones”

Jueves 23 de Agosto del 2018
En el contexto de la celebración del Mes de la Solidaridad se efectuó en el Salón del Concejo Municipal de la ciudad de San Fernando, este 21 de agosto, un foro panel cuyo tema fue “Cómo Visibilizar la Pobreza en la Búsqueda de Soluciones”. Ramón Galaz Navarro, Presidente de la Comisión Justicia y Paz de la Diócesis de Rancagua nos entrega un comentario de la actividad.

Una exclamación de admiración y asombro se produjo en el momento en que Anita Flores, vecina del sector camino a La Troya, contó que había adoptado un niño que ella consideraba vulnerable, y del que consideraba su obligación hacerse responsable. Lo excepcional –y teniendo en cuenta que toda adopción es un gesto de generosidad excepcional- radicaba en que la decisión la tomaba una persona que había enfrentado desde su propio nacimiento, infancia y juventud, condiciones de vulnerabilidad. A su historia personal de deserción escolar precoz, trabajo precoz y embarazo precoz, se sumaba la dolorosa prueba de dos hijos aquejados de graves enfermedades, en un contexto de difícil acceso a la salud, carencia de vivienda propia y de ingresos estables. 

El máximo acierto de la Comisión Justicia y Paz de San Fernando  radicó en poner en primer lugar del programa del foro ese testimonio. Estableció así un marco en el cual las siguientes intervenciones no podían caer en la visión tecnocrática ni en el anonimato de las cifras: ante todos estaba una testigo que en el relato de la propia vida ponía rostro –digno, sereno, esforzado, esperanzado- a la pobreza. Sin estridencias ni sentimentalismos, con la sencillez de quien ha hecho de cada postergación, de cada frustración, de cada puerta cerrada, un desafío.

Pero el convincente sello testimonial no disminuyó el rigor académico ni la seriedad del análisis: la exposición de Fernanda Azócar, Encargada Macrozonal del Centro de Propuestas País de la Fundación para la Superación de la Pobreza además de una muestra general de la situación de pobreza en el país y en la región, entregó cifras y un análisis pormenorizado del particular desafío que deben enfrentar los pobres en situaciones de catástrofe. Las cifras entregadas en relación con los gigantescos incendios del verano de 2017 en las comunas costeras de la región, aportaron información seria y desconocida. Sólo para detenerse en una, oculta para la gran mayoría de la población: la altísima proporción de familias pobres cuyos jefes de hogar eran mayores de sesenta años. 

Si se trataba de hacer visible la pobreza, apareció una expresión inesperada: la de los hombres y mujeres que con muchos años encima, debieron empezar, sobre los sesenta, de cero. Sin casa, con el medio de trabajo arrasado por el fuego, con las redes familiares y sociales debilitadas por la migración, con la salud y las fuerzas debilitadas, y con el ánimo golpeado por la visión diaria de cenizas y troncos quemados. De esos pobres, de su abandono y de su heroísmo, un año y medio después poco se sabe; la televisión los olvidó, apremiada por temas más relevantes, como el valor del pase de los futbolistas, los amoríos de las figuritas del espectáculo, algún homicidio truculento, o el look exhibido por las estrellas en las inagotables alfombras rojas. 

La Secretaria Regional Ministerial de Desarrollo Social   entregó cifras que complementaron la información acerca del carácter multidimensional que se reconoce actualmente a la pobreza, y detalló las políticas públicas actualmente en vigencia. Con sinceridad se refirió también a las carencias y atrasos que persisten, y a la obstinación de las cifras que se niegan a retroceder, ante el hecho de que cada punto o décima de punto que se baje en los indicadores, puede ser más difícil de lograr que todos los anteriores. Presentó los datos preliminares, verdadera primicia en discusiones públicas, de la última encuesta Casen.

Cerró la parte expositiva el ingeniero agrónomo Óscar Letelier Moreira, Presidente de Desarrollo Rural Colchagua e integrante de la Comisión Justicia y Paz de San Fernando,  con una reflexión que se hizo cargo del carácter ético y de los fundamentos religiosos que aporta la visión cristiana de la sociedad respecto a la pobreza; dejó claro que los pobres no son masas sin nombre de receptores de ayudas asistencialistas, sino que personas concretas en las que debemos reconocer un hermano, y ciertamente el rostro de Cristo al lado nuestro. En los que no tienen garantizada una canasta de alimentos suficiente, que no cuentan con salud accesible, que no tienen previsión adecuada ni un trabajo que se las vaya forjando.

Siguió un animado diálogo entre los asistentes y los expositores, atendiendo preguntas que permitieron acceder a nuevos matices de los problemas existentes, y a una caracterización más rigurosa de las dimensiones de la pobreza.

El comentario final del Administrador Apostólico de la diócesis, monseñor Fernando Ramos Pérez se refirió a lo importante que resulta contar con esos espacios de conocimiento y debate, y destacó entre las exposiciones el testimonio de la señora Anita, enfocándose en un aspecto central: son los pobres los que nos evangelizan a nosotros con su ejemplo de solidaridad, de generosidad, con su capacidad de acoger los desafíos diarios con esperanza y tesón. 

En definitiva, el Mes de la Solidaridad culminó en la diócesis con una actividad que contó con numerosa asistencia, pero que ahora deberá llevarse a acciones pastorales y a iniciativas de formación para profundizar aún más el mensaje del Evangelio, particularmente ese que debería interpelarnos siempre, y que tan claramente está expuesto en la Doctrina Social de la Iglesia. 

San Fernando, 22 de agosto de 2018.