Palabras del Pastor

Una invitación a vivir la caridad y el servicio con alegría

Mensaje de nuestro obispo diocesano, monseñor Guillermo Vera, en este mes en que se recuerda a San Alberto Hurtado.
Hermanos y hermanas:
Al iniciar el Mes de la Solidaridad, comparto con ustedes una enseñanza de San Basilio Magno que por allá, por el año 300 decía: “Oh hombre, imita a la tierra; produce fruto igual que ella, no sea que parezcas peor que ella, que es un ser inanimado. La tierra produce unos frutos de los que ella no ha de gozar, sino que están destinados a tu provecho. En cambio, los frutos de beneficencia que tú produces los recolectas en provecho propio, ya que la recompensa de las buenas obras revierte en beneficio de los que las hacen. Cuando das al necesitado, lo que le das se convierte en algo tuyo y se te devuelve acrecentado. Del mismo modo que el grano de trigo, al caer en tierra, cede en provecho del que lo ha sembrado, así también el pan que tú das al pobre te proporcionará en el futuro una ganancia no pequeña. Procura, pues, que el fin de tus trabajos sea el comienzo de la siembra celestial: Sembrad para vosotros mismos en justicia, dice la Escritura.
 
Tus riquezas tendrás que dejarlas aquí, lo quieras o no; por el contrario, la gloria que hayas adquirido con tus buenas obras la llevarás hasta el Señor, cuando rodeado de los elegidos, ante el juez universal, todos proclamarán tu generosidad, tu largueza y tus beneficios, atribuyéndote todos los apelativos indicadores de tu humanidad y benignidad. ¿Es que no ves cómo muchos dilapidan su dinero en diversas entretenciones?
 
Y tú, ¿serás avaro, tratándose de gastar en algo que ha de redundar en tanta gloria para ti? Recibirás la aprobación del mismo Dios, los ángeles te alabarán, todos los hombres que existen desde el origen del mundo te proclamarán bienaventurado; en recompensa por haber administrado rectamente unos bienes corruptibles, recibirás la gloria eterna, la corona de justicia, el reino de los cielos. Y todo esto te tiene sin cuidado, y por el afán de los bienes presentes menosprecias aquellos bienes que son el objeto de nuestra esperanza. Ea, pues, reparte tus riquezas según convenga, sé liberal y espléndido en dar a los pobres. Ojalá pueda decirse también de ti: Reparte limosna a los pobres, su caridad es constante.
Deberías estar agradecido, contento y feliz por el honor que se te ha concedido, al no ser tú quien ha de importunar a la puerta de los demás, sino los demás quienes acuden a la tuya. Y en cambio te retraes y te haces casi inaccesible, rehúyes el encuentro con los demás, para no verte obligado a soltar ni una pequeña dádiva. Sólo sabes decir: «No tengo nada que dar, soy pobre.» En verdad eres pobre y privado de todo bien: pobre en amor, pobre en humanidad, pobre en confianza en Dios, pobre en esperanza eterna.
Así, San Basilio hace ya tantos años atrás motivaba a los hermanos a ser solidarios y a compartir. En este mes de la solidaridad, cuando recordamos a San Alberto Hurtado, qué importante es no olvidar aquello que este santo enseñaba cuando decía: “nadie es tan pobre que no pueda dar una sonrisa”. No se trata solo de dar dinero y de compartir -aunque hay que hacerlo en la medida que podamos-, pero hay que también dar esa sonrisa y ese tiempo, y en definitiva, involucrarnos con los demás. Tengamos presente lo que nos dice el Señor también, que ni un vaso de agua que demos quedará sin recompensa. Es decir,  que aunque sea un minuto que demos de atención, cariño o cortesía no será olvidado ante el trono de Dios. A vivir entonces la caridad, el servicio y la alegría en este servicio, que es compartir con los demás.
Que este mes de agosto lo vivamos en ese espíritu y que todos nos preocupemos de estar atentos los unos de los otros. 
En ese contexto también quiero destacar que este domingo 4 de agosto la Iglesia celebra al Santo Cura de Ars. Él fue un párroco en Francia, un hombre sencillo, humilde, pero con un corazón tan grande que amaba mucho a Dios y a sus hermanos. Precisamente en esa parroquia de Ars él se preocupó de demostrar el camino que lleva al cielo a todas esas personas que le habían sido encomendadas. Y en esa parroquia en que la fe aparecía como fría y la gente como indiferente es que ese hombre sencillo, no solo logró conquistar a esa feligresía, sino que llegaron personas de las parroquias vecinas y de todo el país, porque eran muchos los que querían escuchar a este cura de Ars San Juan Bautista María de Vianney. 
Por eso este 4 de agosto, en la Iglesia recordamos y saludamos con cariño a cada uno de los párrocos, pues el cura de Ars es el patrono de los párrocos, por ello, en este domingo un saludo cariñoso y un agradecimiento a todos los sacerdotes y a todos los párrocos. Recemos por ellos y también para que en nuestra diócesis muchos quieran seguir este camino del sacerdocio, acompañando, entregando y sirviendo como pastores que muestran el camino que lleva al cielo. A los sacerdotes un saludo afectuoso y todos pedimos la bendición y el auxilio del Señor para sus vidas. Que Dios les bendiga.
 
 
+ Guillermo Vera Soto
Obispo de Rancagua