Palabras del Pastor

¡ FELIZ LA NACION CUYO DIOS ES EL SEÑOR !

Homilía de Te Deum de Fiestas Patrias 2024.

 

 

Homilía. Parroquia San Francisco de Asís de Rancagua, 18 de septiembre.

+ Guillermo Vera Soto, Obispo de Rancagua.

 

 

                      ¡ FELIZ   LA   NACION   CUYO   DIOS   ES   EL   SEÑOR !

Muy queridos hermanos y hermanas:

Cada año. Al celebrarse el cumpleaños de Chile, acostumbramos a reunirnos para rezar. Ya en 1811 el General José Miguel Carrera, pidió al obispo de Santiago que celebrara una Misa de Acción de Gracias, para conmemorar el primer aniversario de la Primera junta de Gobierno; hoy 213 años después continuamos con esta noble tradición que nos recuerda que Chile nació cristiano y que estamos cierto que, los valores que surgen del evangelio son como una lámpara en el avance de la patria, luz en su camino.

 

Como Iglesia Católica, hoy hemos invitado a las principales autoridades de nuestra región y ciudad a rezar; junto a ellos y hoy junto a quienes aspiran a cargos de autoridad y servicio en las próximas elecciones queremos rezar por Chile, por esta Región de O’Higgins y su gente.

La Palabra de Dios que hemos escuchado ilumina hoy nuestra reflexión.

San Pablo nos animaba a todos a aspirar a los dones más perfectos. Todos de alguna manera queremos ser más y mejores, en los profundo del corazón llevamos el deseo de crecer, de servir, de hacer el bien, pero hemos de estar atentos y no olvidar que, nuestra naturaleza humana está herida por el pecado, y no siempre aquellos que  deseamos lo alcanzamos o lo logramos rectamente; a veces el desánimo, la flojera o los miedos nos paralizan, en otros casos la soberbia, el egoísmo, la ambición nos llevan a buscar no tanto el servir sino aprovecharnos de las capacidades que tenemos o de las oportunidades que se nos ofrecen.

 

 Hemos sido creados para amar, amemos bien: seamos pacientes, serviciales, no envidiosos, ni vanidosos, no busquemos nuestro propio interés, no actuemos con bajeza, no nos dejemos llevar por los enojos y cuando nos enojemos, que la puesta del sol no nos encuentre enojados; que el amor verdadero nos lleve a saber disculpar, esperar soportar, a trabajar por la verdad.

 

Quienes de alguna manera ocupamos  un lugar de servicio especial en medio de la Comunidad, pero también todo ciudadano en el lugar que esté, ha de tener claro lo que también nos recuerda San Pablo: “Dios nos ha dado diferentes dones… si nos ha dado el don de servir a otros, sirvámoslos bien; el que ha recibido un puesto de responsabilidad desempeñe su cargo con cuidado, no sean orgullosos, pónganse al nivel de los humildes, procuren hacer el bien delante de todos, no se dejen vencer por el mal, al contrario venzan el mal con el bien” Rom. 12. También tengamos presente aquellos que nos recuerda el salmo 34: “Guarda tu lengua del mal y tus labios de palabras mentirosas”.

 

Todos estos son los nobles sentimientos que han de mover nuestro actuar. Hoy en el cumpleaños de Chile hemos de reconocer con humildad y dolor que lo anterior no lo hemos sabido vivir y que por eso el alma de Chile está resentida, hay crisis de confianza, hay corrupción, hay violencia que nos asusta, hay hechos concretos que nos dicen que no estamos tan bien como creíamos, ya que en no pocos casos no hemos cumplido con toda entrega y transparencia nuestra misión.

 

 Hoy Chile necesita de muchos héroes, hombres y mujeres que no se dejen arrastrar por aquellos estilos de vida donde pareciera que solo importa el éxito personal, la felicidad propia, el tener sobre el ser, y sean al contrario hombres y mujer que arrastren con su ejemplo de sencilles, austeridad, orden, generosidad, honradez. Quienes son autoridad y quienes aspiran a cargos de servicio tratemos de no olvidar esto. Seamos humildes y generosos en el servicio que nos corresponde, tengamos presente lo que un día la Madre Tersa de Calcuta enseñaba:

 

¿la cosa más fácil? Equivocarse

¿el obstáculo más grande? El miedo

¿el mayor error? Abandonarse

¿la raíz de todos los males? El egoísmo

¿la distracción más bella? El trabajo

¿la peor derrota? El desaliento

¿la primera necesidad? Comunicarse

¿lo que hace más feliz? Ser útil para los demás

¿el sentimiento más ruin? El rencor

¿la mayor satisfacción? El deber cumplido

¿la fuerza más potente del mundo? La fe

¿la cosa más bella de todas? El amor

 

Hermanos, hermanas sirvamos con alegría y generosidad, grabemos a fuego en el corazón y en nuestro actuar las palabras de Jesús hoy, en el Evangelio:

 

“El que quiere ser el primero, debe hacerse el ultimo de todos y el servidor de todos”

 

En el salmo 32 que hoy rezamos decíamos: Feliz el pueblo que el Señor se eligió como herencia. Para los que creemos esto es una certeza y una gran esperanza. Quisiéramos que Chile fuera una nación donde Dios sea el Señor de nuestras vidas, los que creemos tratemos entonces de vivir de acuerdo con nuestra fe y procuremos actuar de acuerdo con ella. A quienes no creen queremos anunciarles que “Dios nos ama a todos, que su existencia no es una amenaza para el hombre, que Él está cerca con el poder salvador y liberador de su Reino, que nos acompaña en la tribulación, que alienta incesantemente nuestra esperanza en medio de todas las pruebas. Que los cristianos queremos ser portadores de buenas noticias para la humanidad y no profetas de desventuras”.

 

 Los cristianos apoyamos y reconocemos lo que es bueno venga de donde venga; felicitamos a las autoridades por todos los avances logrados, para que los hijos de esta tierra tengan mejor vida, y los animamos a no descansar y a ser creativos para seguir avanzando. Que en esta tarea todos nos sintamos involucrados y seamos generosos para apoyar lo que es bueno, lo que conviene a todos.

 

Por esto junto a la alegría que sentimos por los avances alcanzados en nuestra Patria, nos apena ver que en Chile se piense que seremos más modernos, más justos, más felices, con leyes como las que promuevan el aborto o la eutanasia, no, este no es el camino recto, debemos promover más el encuentro y el cuidado de todas las personas, debemos ser capaces de arrodillarnos, velar y cuidar de los más desvalidos y vulnerables y entre ellos los no nacidos y los enfermos, que ellos sientan que en Chile hay manos para acoger y acariciar, para consolar y no para destruir. Un país será grande de verdad cuando los suyos sean más felices, cuando estén más seguros.

 

Los que creemos estamos ciertos que, nuestras vidas serían mejor y más pacíficas si Dios estuviera más presente en nuestras vidas y actuar, tenemos aquí un gran desafió: que fe y obras vayan cada vez más unidas. Por esto les invito a no arrinconar Dios en nuestra sociedad y a que hoy con más fuerza que nunca podamos proclamar como nuestros mayores: A Dios queremos en nuestras leyes, en las escuelas y el hogar.

 

Este lugar de oración donde nos encontramos, esta iglesia de San Francisco; es un hermoso signo de lo que hace la buena voluntad de las personas cuando se unen para hacer el bien. Aquí cada semana, personas de diferentes lugares y creencias, jóvenes y adultos se reúnen con espíritu alegre a servir a los más pobres; los que sirven y quienes son servidos crecen en dignidad y experimentan la alegría de hacer el bien. Aquí nadie se siente excluido, se saben personas queridas y cuidadas. Esto es lo que se debe multiplicar en cada una de nuestras comunidades para que Chile sea esa mesa grande donde los hijos de esta tierra y los que han llegado de lejos se puedan sentar.

 

En Chile nadie sobra, Chile necesita de sus niños y jóvenes de sus adultos y mayores y hoy también de los que nos han mirado como una tierra de esperanza y posibilidades. Chile, una mesa para todos.

Señor, que tu amor descienda sobre nosotros, conforme a la esperanza que tenemos en ti. Virgen Santa, Madre del Carmen salva a tu pueblo que clama a ti.