Palabras del Pastor

Una invitación a vivir la virtud de la generosidad

El obispo de Rancagua, monseñor Guillermo Vera, recalca en su mensaje que “dar ensancha el corazón y lo hace más joven, con más capacidad de amar. El egoísmo empequeñece”.
 
Hermanos y hermanas:
 
Escuchemos esta historia: “Había un rey que deseaba edificar un gran palacio y encargó a uno de sus hijos la construcción. Para que realizara la obra, puso en sus manos una gran cantidad de dinero. El hijo era un “vivo” y pensó: “construiré el palacio con malos materiales y el dinero que ahorre me lo guardaré. Me da lo mismo si el palacio en poco tiempo se viene abajo”.  Y actuó de esta forma.
Cuando hubo terminado se presentó ante su padre y le dijo: El palacio que me encargaste ya está construido, puedes disponer de él en cuanto gustes.
El rey tomó las llaves y las devolvió a su hijo con estas palabras: Te entrego el palacio que construiste, es para ti. Esa es tu herencia”. 
Hermanos, veamos bien cómo vamos construyendo en nuestras vidas, cuidado con las improvisaciones, las tacañerías, las faltas de honradez y generosidad. Los textos bíblicos de este domingo nos invitan precisamente a vivir la virtud de la generosidad, ésta es la virtud de las almas grandes. Las personas generosas saben dar cariño, comprensión y ayudas materiales. Dan y se olvidan que han dado. Ahí está toda su riqueza. Han comprendido que es mejor dar que recibir. El dar ensancha el corazón y lo hace más joven, con más capacidad de amar. El egoísmo empequeñece. 
Hemos de ser generosos, en primer lugar, con Dios, que va pidiendo a lo largo de la vida, para darnos más. Por esto, cuidemos que nuestra oración, que la participación en la Santa Misa, que todas nuestras prácticas de piedad estén bien hechas y no a la ligera ni con mezquindad. Seamos generosos con el prójimo, propio de la generosidad es saber olvidar con prontitud los pequeños agravios, saber sonreír y hacer la vida más amable a los demás, adelantarse en los servicios menos agradables, perdonar con prontitud, aceptar a los demás como son.
Seamos generoso en dar ante todo la fe, que es el don más grande que hemos recibido, que otros vengan y así vayamos construyendo la Iglesia. También podemos dar alegría, cordialidad, un pequeño elogio, escuchar con interés y atención, ayuda en el trabajo.
El cristiano siempre debe ver detrás de estos detalles a Cristo que lo recibe y que dice: Lo que hicisteis con uno de estos hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis.
Que el ejemplo de la viuda de sarepta y la viuda pobre del evangelio, nos animen a ser generosos y así ir construyendo la vida con responsabilidad; lo que hagamos y demos nos será devuelto con creces. Que la fe y la esperanza nos ayuden a hacer el bien.
En este Mes de María que hemos iniciado, cuidemos los pequeños detalles de generosidad, sembremos actos de bien y caridad y cosecharemos abundantes bendiciones. Seamos generoso en hacer el bien y las cosas bien.
Que Dios les bendiga.
 
+ Guillermo Vera Soto
Obispo de Rancagua