Editorial
El Papa Francisco ha convocado para el año 2025 al Jubileo a toda la Iglesia católica mediante la bula Spes non confundit, “la esperanza no defrauda”. En ella explica que “la vida cristiana es un camino, que también necesita momentos fuertes para alimentar y robustecer la esperanza, compañera insustituible que permite vislumbrar la meta: el encuentro con el Señor Jesús”. El Papa nos recuerda que todos tenemos la experiencia de anidar la esperanza como deseo y expectativa del bien, aun ignorando lo que el mañana nos traerá. Pero la vida misma hace surgir sentimientos tantas veces contrapuestos y vamos de la confianza al temor, de la serenidad al desaliento, de la certeza a la duda. Basados en la palabra de Dios, el Papa nos anima a reavivar la esperanza. La virtud de la esperanza es representada en la iconografía cristiana, como un ancla, es decir, con aquel instrumento que permite que las embarcaciones puedan permanecer seguras y no ser arrastradas por las corrientes o el temporal, es así como el cristiano ha de vivir, firme en el Señor.
El Jubileo tiene sus raíces en aquella práctica bíblica que cada cincuenta años permitía un año de gracia, de perdón, de liberación de esclavos, de perdonar deudas, de descanso, en definitiva, de renovar la esperanza. En la Iglesia, desde que se implementó -allá por el año 1300- el Jubileo ha sido vivido como un tiempo de fuerte gracia espiritual y de obras de caridad que animan la vida del creyente y la renuevan sobre todo con la gracia del perdón, de ese volver a comenzar con renovada esperanza en la misericordia de Dios.
Como dice el Papa Francisco, debemos mantener encendida la llama de la esperanza que nos ha sido dada, y hacer todo lo posible para que cada uno recupere la fuerza y la certeza de mirar al futuro con mente abierta, corazón confiado y amplitud de miras. El próximo Jubileo puede ayudar mucho a restablecer un clima de esperanza y confianza, como signo de un nuevo renacimiento que todos percibimos como urgente. Por esa razón el lema, Peregrinos de la Esperanza. Todo esto será posible si somos capaces de recuperar el sentido de la fraternidad universal, si no cerramos los ojos ante la tragedia de la pobreza galopante que impide a millones de hombres, mujeres, jóvenes y niños vivir de manera humanamente digna, especialmente, en los numerosos refugiados que se ven obligados a abandonar sus tierras.
Nosotros, cristianos católicos, que vivimos nuestra fe en esta región de O’Higgins viviremos este Jubileo unido al Centenario de nuestra diócesis, tenemos doble motivación para iniciar y vivir el año 2025 con renovado espíritu de querer vivir la fe de manera más comprometida. Sentirnos todos peregrinos de esperanza, es decir, hombres y mujeres que sabemos de dónde venimos y que encaminamos nuestros pasos al encuentro con el Señor, y este caminar lo hacemos con espíritu agradecido en la prosperidad y muy aferrados a la mano del Señor en los momentos que puedan ser difíciles, la confianza en Dios ha de mantener nuestra esperanza.
La celebración del Centenario y del Jubileo ha de movernos a nosotros católicos a anunciar con convicción a la gente que. “Dios nos ama, que su existencia no es una amenaza para nadie, que está cerca con su poder salvador y liberador, que nos acompaña en la tribulación, que alienta incesantemente nuestra esperanza en medio de las pruebas. En este año de gracia que nos llega, seamos portadores de buenas noticias y no profetas de desventuras. Para esto hermanos, saquemos al Jesús que llevamos dentro y que los buenos propósitos y deseos que surjan en nuestras mentes y corazones por pequeños que parezcan, procuremos hacerlos realidad para que así manifestemos a quienes nos rodean, que cuando se cree en Dios y tratamos de hacer los que Él nos pide, hay motivos para mantener la esperanza.
Durante el año 2025, en la Diócesis de Rancagua, viviremos variados momentos de encuentro, oración, peregrinación y servicios de caridad; estemos atentos a lo que se nos vaya informando y aprovechemos este tiempo de gracia y bendición, de renovación espiritual. No olvidemos: somos Peregrinos de Esperanza.
Dios les bendiga,
+Guillermo Vera Soto
Obispo de Rancagua