• “Les invito a que con la mirada limpia de la Virgen miremos en esta fiesta, a cada una de las mujeres: madres, esposas, hermanas, amigas, religiosas que nos acompañan en el camino de la vida”, señala en su mensaje el obispo de Rancagua, Monseñor Guillermo Vera Soto.
Hermanos y hermanas:
Con gran alegría y espíritu renovado celebraremos este domingo 8 de diciembre a la Virgen María en su Inmaculada Concepción. En este día, escucharemos la Palabra de Dios, que siempre al igual que la Virgen hemos de poner atención y acoger con fe reverente. Así, la primera lectura nos narrará como en los inicios de la creación, junto al pecado de nuestros primeros padres, está también la promesa de la salvación hecha por Dios. La salvación nos llegaría por uno nacido de mujer.
Las imágenes de la Virgen Inmaculada nos la representan a Ella, la toda hermosa, pisando una serpiente. Muchas veces los sacerdotes y catequistas hemos de responder a las preguntas, especialmente de los niños, ¿por qué la Virgen está pisando una culebra? y la respuesta no se deja esperar: Ella es la vencedora del demonio, la triunfadora sobre el mal. Ella es la única criatura sobre la cual el demonio no tuvo poder en ningún momento de su existencia.
¡El enemigo de Dios ha sido derrotado por una mujer!
A cada uno de ustedes les invito a que con la mirada limpia de la Virgen miremos en esta fiesta, a cada una de las mujeres madres, esposas, hermanas, amigas, religiosas que nos acompañan en el camino de la vida...
En la Sagrada Escritura encontramos el ejemplo de tantas mujeres que nos dan testimonio de fe y fortaleza: Ana, Judith, Esther, la madre de los Macabeos, Isabel, Magdalena, y por supuesto, María.
Jesús el Señor con palabras y hechos concretos nos manifiesta la dignidad de la mujer y su valor indiscutible. Habló con ellas (la samaritana), tuvo singular misericordia con la pecadora (Magdalena), las sanó (la hemorroisa), las reivindicó en su dignidad (la mujer sorprendida dé adulterio), las eligió primeros testigos de la resurrección e incorporó mujeres al grupo de personas que le eran más cercanos: Magdalena, Juana, mujer de Cusa, Susana y otras.
Si nosotros miramos hoy la realidad de nuestras parroquias, vemos que la inmensa mayoría de quienes participan en ellas son mujeres. Generalmente, echamos en falta más presencia masculina, más compromiso del varón con las cosas del Señor.
Ante esta realidad, queremos proclamar que la presencia tan numerosa de mujeres en las cosas del Señor no es una debilidad de la Iglesia, sino que es una fortaleza para la Iglesia y la humanidad. Sí, una mujer llena de Dios será siempre un instrumento para vencer el demonio y el mal que nos acecha.
Con los Obispo en Aparecida damos gracias por las mujeres que están en nuestras comunidades, por ser las primeras transmisoras de la fe, por ser las grandes colaboradoras en la labor de los pastores.
Gracias mujeres catequistas, visitadoras de enfermos; gracias mujeres que se preocupan del ornato y belleza de nuestras iglesias y capillas; gracias mujeres cristianas que trabajan como secretarias en nuestra iglesia y son así rostro de ella; gracias mujeres que trabajan en tantos voluntariados, en la ayuda fraterna; gracias mujeres esposas, madres, hermanas, abuelas; gracias mujer religiosa; gracias mujer joven, adulta, anciana que con tus encantos, entrega y servicio hacen que la vida de todos sea más hermosa.
Hoy, mirando a la Virgen, a la llena de Gracia, a la bendita entre las mujeres, queremos aprender a mirar y tratar con los ojos de Jesús a cada mujer.
Queridos varones: si en tu vida hay una mujer, tu esposa, tu madre, tu hija, tu hermana, tu amiga, respétala, apóyala, trátala con cariño, agradécele. No se te olvide que Dios te pedirá cuentas de cómo trataste a aquella que tiene tu misma dignidad y que ha acompañado tu vida. Que con los ojos de Jesús y de José sepamos mirar a cada mujer.
A ti mujer que eres ya mayor, adulta, joven o niña te recuerdo que no has de olvidar que la maternidad es una misión excelente que te corresponde. No se te olvide que en el hogar eres insustituible para la educación de los hijos y la transmisión de la fe. Claro está que todo esto no se opone a tu desarrollo profesional, porque junto al varón estás llamada a mejorar la tierra. Con todo, no olvides que hay cosas que sólo tu como mujer puedes hacer y dar, que mirando a María aprendan a ser perfectamente mujeres.
Mujeres, no olviden que desde siempre el demonio las acecha, lo hemos escuchado hoy en la primera lectura, el demonio sabe de lo valiosa que es cada una de ustedes. Por el bien de la humanidad, no sean como Eva que escuchó al demonio, no dejen que la mentira o la intriga triunfe en ustedes, cuando una mujer es maleada son muchos los que sufren, muchos los que se resienten por la falta de su cariño y entrega.
Mujer, tu modelo es María, como Ella escucha la Palabra de Dios, cree que Dios te invita a hacer cosas grandes, no dudes del poder y amor de Dios para contigo.
Mira a María, ¡qué libertad para responder, qué generosidad para servir, qué fortaleza en la adversidad, qué esperanza más activa, qué humildad más cautivante, qué belleza del alma más grande!
Mujer, aprende a defenderte, date a respetar, fórmate para conocer tus derechos y fórmate para servir mejor. Protégete con la coraza de la fe y lucha por cuidar aquellos que el Señor te ha confiado.
Mujer continúa con la misión de destruir el mal, que tu generosidad, tu capacidad de perdón, el ponerte en el lugar del otro, el ser generosa en el sacrificio, tu capacidad de rezar y esperar siempre en Dios todo eso haga que la fuerza del demonio, la fuerza del mal disminuya.
Mujer, tú al igual que María pisa la cabeza del demonio, opta siempre por el bien, opta por la verdad, derrota al demonio que trae la muerte, opta siempre por la vida.
Gracias Virgen María porque en ti, cada mujer encuentra su ideal.
Gracias a ti mujer por saber mirar a María, por querer aprender de ella.
Este 8 de diciembre, en La Compañía y en Puquillay, en cada una de nuestras comunidades celebremos las glorias de María y, junto a Ella, demos gracias y pidamos por cada mujer que acompaña nuestra vida.
Virgen María, Madre del Señor, danos tu silencio y paz para escuchar su voz.
Dios sea bendito.
+Guillermo Vera Soto
Obispo de Rancagua