Esta actividad se enmarca en las iniciativas que cada año realiza el departamento de Migrantes de la Diócesis de Rancagua para promover a través de redes particulares y/o institucionales la acogida de los hermanos migrantes. En este caso, la idea era dar sentido a la Navidad con espíritu evangélico, brindando un momento de alegría y esperanza a quienes se encuentran lejos de su país y su hogar.
La hermana Ximena Lazcano, de la Pastoral de Migrantes, señaló que “ha sido una experiencia enriquecedora ver como tantas personas se unieron para brindar un espacio de alegría, encuentro y sana convivencia a quienes hoy viven situaciones difíciles en nuestra diócesis”.
Agregó que “la invitación es a reflexionar para recuperar nuestro sentido fraterno y de acogida, mirar el pesebre y descubrir como decía el Papa Francisco: "Tantas pisadas están ocultas en las pisadas de José y María. Vemos las huellas de familias enteras forzadas a partir hoy en día"(24/12/17) descubrir esas pistas es el desafío, que el encuentro con Jesús niño, mueva nuestros corazones y nos permita reconocer su rostro en cada niño, niña… en cada ser humano”.
Al mismo tiempo agradeció “a cada persona que se hizo parte de este hermoso momento y que apadrino a un niño”, enfatizó la hermana Ximena.
Al respecto el administrador apostólico, monseñor Fernando Ramos Pérez, señaló que “para los migrantes la Navidad se transforma en un momento de mucha esperanza de que algo bueno va a surgir en su proceso migratorio”; y agregó que “el hecho que la comunidad diocesana abra un espacio de celebración de la Navidad con los migrantes, es darles una cuota de esperanza, animarlos en su camino, acogerlos como hermanos y que también puedan festejar la Navidad como un hecho importante en sus vidas”.