Palabras del Pastor

La fe viva que renueva el mundo

Monseñor Guillermo Vera, Obispo de Rancagua, nos invita a que sigamos el ejemplo de San Pablo y oremos al Señor para que nos ilumine y “nos dé una fe viva, un corazón abierto, una gran caridad con todos, que sea capaz de renovar el mundo”.

Hermanos y hermanas:

 

Cada 25 de enero en la Iglesia celebramos la Conversión de San Pablo y reconocemos con agradecimiento la obra de Dios en un hombre que, siendo bueno por la formación recibida, abrirá su corazón a la verdad luminosa del evangelio que le hará ver con ojos nuevos, su relación con Dios y con los hermanos. Será en el camino de la ciudad de Damasco, en los inicios de la década del año 30 del siglo I, después de un período en el que había perseguido a la Iglesia, se verificó el momento decisivo de la vida de san Pablo. A partir de entonces, inesperadamente, comenzó a considerar "pérdida" y "basura" todo aquello que antes constituía para él el máximo ideal, en comparación con el conocimiento que ahora tenía de Cristo.

San Lucas, en tres ocasiones narra este acontecimiento en los Hechos de los Apóstoles. Lo importante de estos relatos es que: Cristo resucitado se presenta como una luz espléndida y se dirige a Saulo, transforma su pensamiento y su vida misma. El esplendor del Resucitado lo deja ciego; y después su "sí" definitivo a Cristo en el bautismo abre de nuevo sus ojos, lo hace ver realmente; una vez curado de su ceguera interior, ve bien. San Pablo, por tanto, no fue transformado por un pensamiento sino por un acontecimiento, por la presencia irresistible del Resucitado, de la cual ya nunca podrá dudar, pues la evidencia de ese acontecimiento, de ese encuentro, fue muy fuerte. Ese acontecimiento cambió radicalmente la vida de san Pablo. Este encuentro es una renovación real que cambió todos sus parámetros. Ahora puede decir que lo que para él antes era esencial y fundamental, ahora se ha convertido en "basura"; ya no es "ganancia" sino pérdida, porque ahora cuenta sólo la vida en Cristo.

¡Qué grande, valiente y decidido fue Pablo!, quien ante el encuentro con Jesús tomó decisiones serias y cambió de vida. Cómo hemos de aprender de él, nosotros que en nuestra experiencia de fe hemos sentido en tantos momentos la presencia del Resucitado, el calor y luz de la fe, nos hemos emocionado y sentimos la invitación a hacer cosas nuevas, todo esto sin duda es una gracia de Dios, pero no siempre secundamos esa gracia, sino que la frenamos y preferimos dejar los cambios para mañana y así se nos pasa la vida.

Sólo seremos cristianos verdaderos si nos encontramos con Cristo. Podemos encontrarnos con Cristo en la lectura de la sagrada Escritura, en la oración, en la vida litúrgica de la Iglesia. Podemos tocar el corazón de Cristo y sentir que Él toca el nuestro. Sólo en esta relación personal con Cristo, sólo en este encuentro con el Resucitado nos convertimos realmente en cristianos.

Por tanto, oremos al Señor para que nos ilumine, para que nos conceda el encuentro con su presencia y para que así nos dé una fe viva, un corazón abierto, una gran caridad con todos, capaz de renovar el mundo.

Que en este tiempo de vacaciones podamos tomar las cartas de San Pablo ahí en el Nuevo Testamento y leerlas, ahí nos encontraremos con ese hombre transformado por la gracia de Dios que lo llevó a ser columna de la Iglesia y apóstol lleno del fuego del Espíritu capaz de cambiar vidas. Convirtámonos en amigos de Pablo para que él nos haga muy buenos amigos de Jesús.

 

Oremos por los peregrinos a la JNJ

A partir de este lunes y durante toda la semana, varios miles de jóvenes de todo Chile, de esta Diócesis de Rancagua también, se reunirán en la ciudad de La Serena, en un gran encuentro de fe. Acompañémoslos para que, como Pablo, tengan una experiencia de Dios que cambie sus vidas y haga de ellos fervientes discípulos y misioneros de Cristo en medio de los suyos y de nuestra sociedad.

 

Qué Dios les bendiga

 

+Guillermo Vera Soto

Obispo de Rancagua