Queridos hermanos y hermanas, ha fallecido el papa Francisco.
Durante 12 años nos acompañó como Pastor de la Iglesia universal, como guía del Pueblo de Dios que camina aquí en la Tierra. Desde un primer momento lo vimos sencillo y cercano. Cuando se asomó al balcón, ahí de la Basílica de San Pedro, con humildad, el que salió para bendecir a la ciudad y al mundo, pidió la bendición de la ciudad y del mundo para él para poder cumplir.
La misión que el Señor ahora le encomendaba, desde ese momento su gran preocupación, fue hacer sentir a la gente la cercanía y la ternura de Dios.
Él como descendiente de inmigrantes, llevaba en su corazón lo que significa ser migrante. Por eso, su primera salida fue ir a Lampedusa, a esa isla donde llegaban esos migrantes que desde África querían entrar en Europa y donde tantos no alcanzaban a llegar, por lo que sus cuerpos quedaban ahí en el mar Mediterráneo y sus familias nunca más sabrían de ellos. Fue el Papa hasta ese lugar, como un signo de esa preocupación de Dios por la problemática a nivel mundial de la migración y poder colocar ante los ojos del mundo la necesidad de abrirnos para saber acoger; de entender las necesidades de aquellos que no sin dolor, dejan sus tierras buscando posibilidades mejores.
Mensajes
Escribió mensajes para llegar con su enseñanza al corazón de los fieles y, por qué no decir, también al corazón de la humanidad entera. Nos escribió acerca de la responsabilidad que tenemos en cuidar nuestra Tierra, esta Casa Común, el que tiene en San Francisco de Asís como su gran modelo.
Nos quiso invitar a vivir en comunión con la Creación entera a cuidar. De esta Creación que el Señor nos ha encomendado.
Francisco quiso hacer llegar el mensaje del Evangelio a todos, y que todos pudieran entender que Dios, por sobre todas las cosas, es amor y misericordia quiso hacer una iglesia de puertas abiertas, de abrazos que acogen enseñando por supuesto la verdad del Evangelio y por eso.
Sus primeros escritos fueron invitándonos a valorar la alegría que significa evangelizar, y a que nadie nos quitara -en especial a nosotros cristianos- esta alegría de poder anunciar a Jesucristo la verdad y la profundidad del Evangelio. Le tocó guiar la barca de Pedro en tiempos no fáciles para la Iglesia, en tiempos en que hubo dolor dentro de la Iglesia, pero estuvo siempre dando la cara. Ahí estuvo invitándonos entonces a saber levantarnos y a decirnos que las cosas que hemos vivido en la iglesia, que nos duelen, no las tenemos que vivir más o tenemos que hacer todo lo posible para que nunca más se repitan el medio nuestro y, por eso, nos invitó a todos a crear en la Iglesia esos lugares de acogida, esos lugares seguros, donde todos puedan estar.
Hoy el Papa nos ha dejado; ha partido cargado de años y sufriendo al final de sus días.
Su invitación seguirá presente: esa invitación a ser una Iglesia en la cual todos nos sintamos responsables de ella, una iglesia en la cual todos asumamos esa tarea que nos corresponde,una iglesia sinodal.
Hoy le recordamos con cariño y con agradecimiento, no olvidamos que él quiso venir a visitarnos en nuestra tierra.
Sí, en el papa Francisco el Señor visitó Chile y ese año 2018 recorrió algunas ciudades de nuestra tierra, entregándonos su mensaje, animándonos consolándonos, rezando con nosotros, animándonos a esa fidelidad, a Jesucristo y al Evangelio; a que no olvidemos que como iglesia tiene que estar en el centro y en el corazón Jesucristo y su palabra.
Él así como habló la iglesia, habló a la humanidad entera y nos invitó a la generosidad, al servicio, nos invitó a darnos cuenta que no puede haber en nuestra ciudad, en nuestra sociedad, nadie descartable y porque el Papa veía que eso era el peligro a los cuales nos enfrentábamos.
Nos habló claramente: que los ancianos y los enfermos necesitan de cuidado; que los pobres, d los necesitados y los migrantes necesitan estar en el centro y en el corazón de la gente, que no los podemos descartar,. Así con gestos y palabras (algunas que él mismo inventaba)nos conmovió.
Hoy día damos gracias a Dios entonces por la vida del Papa y rezamos por él y como creyente lo acompañamos en este momento de su vida, cuando él debe presentarse ahí ante el trono de Dios para que encuentre en Jesús Buen Pastor, encuentre al amigo, encuentre al Salvador. Y que el Señor encuentre la misericordia que él siempre quiso poner muy en alto con su enseñanza, con sus gestos, imitando así a su Señor. Hoy como creyente, hoy como hijo de esta sociedad en que nos toca vivir, damos gracias por la vida del Papa Francisco. Y rezamos para que él tenga ahora la vida, la vida en plenitud, esa vida que Jesús ganó con su muerte y resurrección.
Al Papa Francisco dale a Dios el descanso eterno y brille para él la luz de la eternidad; que la Virgen Santa a quien él quiso tanto y a quien encomendaba siempre su misión y sus viajes, le acompañe en este último viaje y le lleve a la presencia de su hijo Jesús.
Todos demos gracias y oremos por el Papa Francisco.
Dios les bendiga.
+Guillermo Vera Soto
Obispo de Rancagua