Testimonio de vocación de servicio de Silvia Pacheco Ruiz (Q.E.P.D.)

Lunes 02 de Diciembre del 2024
• Silvia Pacheco Ruiz falleció el 19 de octubre de 2024 luego de una vida dedicada al servicio a los demás, tanto en la docencia como en su voluntariado en la pastoral penitenciaria. • Queremos recordarla a través de una entrevista que fue publicó en 2015 por la Revista Rumbos, en la que cuenta se su vida y de su apostolado

A los 87 años partió a la Casa del Padre, Silvia Pacheco Ruiz (Q.E.P.D.), quien fue durante largo tiempo voluntaria de la pastoral penitenciaria. Profesora, casada, madre de tres hijos, feligrés del la Parroquia Nuestra Señora del Carmen de Rancagua, fue una persona profundamente compasiva y solidaria. 

Silvia, en su trabajo en la cárcel, conoció la cara del Jesús sufriente, discriminado y olvidado, y la vio en cada uno de los "chiquillos" privados de libertad.

Les damos a conocer el testimonio de Silvia Pacheco en una entrevista dada a esta revista en 2015.

“El Señor me ha estado preparando para esto”

A veces me cuesta levantarme de la cama, no tengo ánimo, pero me levanto, me pasa a buscar el padre Luis y voy a la cárcel…después llego renovada”. Así describe Silvia Pacheco su satisfacción al trabajar con internos de la cárcel de Rancagua. Ella tiene 78 años y tres intervenciones quirúrgicas producto de un cáncer a la tiroides, pero nada de eso la detiene, la fe en Dios le da energía y alegría.

Sabe de las penas y pesares de los “chiquillos” como llama ella a los internos, pues tiene un contacto directo con ellos. Les hace catequesis y tiene un grupo de oración, pero eso no es todo, pues también ayuda a organizar la ayuda fraterna que se entrega. Cuenta que las necesidades son muchas sobre todo de artículos de aseo, entonces, lo que les llega lo deben repartir para poder abarcar a la mayor cantidad de personas. “Hacemos bolsitas, lo bueno es que ahora en Gendarmería nos han facilitado un lugar para hacerlas y hay unos chiquillos  que me ayudan”, señala.

El problema es que cada vez hay menos agentes pastorales que participen en la pastoral penitenciaria. Cuenta que este tema lo habló en la última capacitación que realizó el Instituto Iván Caviedes y que seis personas se manifestaron interesadas en ayudar, pero aún no han partido en este voluntariado.

Ella trabaja en la actualidad con los varones con quienes señala “hay una comunicación muy bonita. Nunca ha habido un garabato ni una mala palabra, sólo agradecimiento”. Cree que la conversación y el apoyo es una de las bases de su labor, cimentadas en la profunda fe que profesa.

 

Una vida ayudando a otros

Silvia Pacheco es casada y tiene tres hijos, es oriunda de Punta Arenas. Hasta los 10 años vivió en plena pampa, pues su padre trabajaba en la ganadería ovina. Así, tuvo una infancia muy libre, paseando a caballo por parajes maravillosos del sur de nuestro país, acompañada sólo por sus padres y quienes trabajaban en el campo, con un clima duro con vientos y nevadasNi sacerdotes cerca ni templos, sólo conocía de Dios lo que su madre le trasmitía. Por  ello, recién cuando se trasladó a vivir a la ciudad de Punta Arenas para entrar a la escuela se acercó más a Iglesia, recibió su Primera Comunión y luego la Confirmación.

Cuenta que egresó de la Escuela Vocacional,especializándose en el área de vestuario, pero como uno de sus profesores encontraba que tenía mayores capacidades, la incentivó para que estudiara pedagogía en la Universidad Técnica del Estado (actual USACH), lo que logró con el apoyo de sus padres. Con gran sacrificio se instaló en Santiago para estudiar, y se ayudaba económicamente haciendo costuras.

Ya en Rancagua trabajó en la Escuela Técnica, fue ahí cuando conoció a un sacerdote español que la invitó a un retiro espiritual. Se emociona cuando cuenta su experiencia, pues señala que en este ambiente de oración y alabanza encontró a Cristo. “Lo sentí, sentí su presencia y fue maravilloso”, relata.

Ya ligada a la Iglesia, es feligrés de la Parroquia El Carmen, en el afán de ayudar a los que más lo necesitan comenzó a trabajar también en un programa de capacitación de  Inacap, que apoyaba a mujeres de poblaciones marginales a adquirir conocimientos de corte y confección de ropa, con el fin de que pudieran aportar  más dinero a sus casas. Eso la llevó también al Centro Penitenciario Femenino, que estaba ubicado en La Moranina, donde le enseñó a las reclusas este oficio.

Ahí comienza su vínculo con la pastoral penitenciaria. “Me sentí cómoda con ellas, y siempre me trataron muy bien”, precisa. Entonces, cuando jubiló como docente empezó a buscar alguna actividad en la que pudiera ser útil y llegó a esta pastoral. Desde ahí ha acompañado al padre Luis Escobar – capellán de Gendarmería, al que conoce desde que él era estudiante- en su labor en la cárcel de Rancagua.

Sobre las necesidades de los internos, a parte de las cosas materiales que les puedan faltar, señala que  ellos son personas igual que todos y necesitan que los escuchen”. En ese espíritu Silvia cree que va a seguir con esta labor hasta que el Señor me de fuerzas.

 

 

 

Un llamado a continuar su misión

 

En honor a su memoria, la Pastoral Penitenciaria invita a nuevos voluntarios a unirse a esta noble causa y seguir el ejemplo de Silvia. “Juntos, podemos marcar una diferencia en la vida de los demás”, expresaron desde la organización.

 

Si deseas sumarte a este grupo de servicio y continuar el legado de Silvia, puedes enviar tu nombre al WhatsApp +56 9 5738 0543. Este es un llamado a todos aquellos que quieran dedicar su tiempo y amor al prójimo, como lo hizo Silvia, quien nos enseñó que servir a los demás es una de las formas más puras de encontrar a Dios.