En el apacible pueblo de Guacarhue, donde el tiempo parece detenerse entre casas coloniales y campos agrícolas, la parroquia Nuestra Señora del Rosario se erige como un baluarte de devoción y comunidad. Su párroco, el padre José Vergara, quien también es Vicario General de la Diócesis de Rancagua, comparte con orgullo cómo este templo no solo alberga a los fieles, sino que también conserva y fomenta una rica tradición mariana.
Una parroquia con historia y comunidad
El templo fue diseñado por el destacado arquitecto Joaquín Toesca, responsable de la Catedral de Santiago y de la Casa de Moneda, y construida entre 1793 y 1796. La creencia del pueblo dice que el arquitecto habría donado el diseño del templo para agradecer que en las tierras de Guacarhue su esposa se mejoró de una grave enfermedad. Por ello, la iglesia no es sólo un lugar de culto, sino también un Monumento Histórico Nacional, reconstruido con esmero tras el devastador terremoto de 2010. Este templo de estilo neoclásico, con sus piezas religiosas del siglo XVIII, refleja la identidad espiritual del pueblo y une a ocho comunidades que integran la vida parroquial.
El párroco explica que cada comunidad tiene su propio patrono y características particulares: la Comunidad Puente Alta, que tiene como patrona Santa Rosa; la Comunidad Alto del Río a San Francisco de Asís; la Comunidad La Estacada a la Sagrada Familia; la Comunidad de Carrizal a San Vicente de Paul; la Comunidad del Romeral al Sagrado Corazón de Jesús; y la comunidad El Huapi a Santa Teresa de Los Andes.
Destaca especialmente la naciente comunidad de El Rincón, que representa el espíritu misionero de una parroquia en constante expansión.
Tradiciones vivas que fortalecen la fe
Entre las celebraciones más significativas se encuentra la Fiesta Patronal del 7 de octubre, en honor a Nuestra Señora del Rosario. Antes de esa fecha y durante todo un mes, la imagen de la Virgen peregrina por las comunidades, misionando y renovando la fe de los feligreses. La festividad culmina con una procesión que reúne a cientos de fieles, incluidos los tradicionales cuasimodistas, cuya identidad campesina se refleja en su vestimenta y fervor religioso.
Otra tradición destacada es el Vía Crucis del Viernes Santo, que convoca a más de mil personas en una muestra conmovedora de fe popular. Este evento no solo es una expresión espiritual, sino también un reflejo de la devoción comunitaria que une generaciones.
Además, la parroquia ha incorporado la Fiesta de la Luz, una celebración alternativa al Halloween, donde los niños, vestidos de santos y ángeles, participan en actividades que resaltan los valores cristianos.
Evangelización y acción social
Más allá de las celebraciones, la parroquia se distingue por su compromiso social. Su comedor solidario, gestionado por voluntarios, distribuye hasta 160 raciones diarias en invierno a adultos mayores y familias vulnerables, incluyendo inmigrantes bolivianos que trabajan en la agricultura.
En el ámbito pastoral, la parroquia impulsa la catequesis de confirmación y trabaja con los jóvenes para integrarlos en la vida eclesial. Aunque los desafíos son grandes, especialmente en un contexto donde muchos jóvenes se inclinan hacia otras actividades, el padre José Vergara mantiene la esperanza de fortalecer una pastoral juvenil activa.
Un mensaje para los fieles
El padre Vergara invita a los feligreses a redescubrir la riqueza espiritual de sus parroquias: "Nuestra Señora del Rosario nos enseña a ser buenos misioneros. En un mundo que tanto necesita de modelos, debemos mirar a los santos y a nuestra Virgen como ejemplos de fe y amor. Que cada día nos acerquemos más a Dios y vivamos nuestra fe con alegría y esperanza."
La parroquia Nuestra Señora del Rosario no es solo un monumento arquitectónico; es un faro espiritual que guía a la comunidad de Guacarhue y más allá, testimoniando la belleza de una fe viva y vibrante. Visitarla es no solo un viaje en el tiempo, sino también un encuentro con la esencia misma de la vida cristiana.