Monseñor, durante el mes de diciembre el Papa Benedicto XVI dio a conocer su mensaje de Paz para el 2013 y que será publicado durante el mes de febrero en la página del domingo del diario El Rancagüino, ¿qué es lo que usted destacaría de este mensaje?
Es una tradición que viene desde el Papa Pablo VI, que al inicio de cada año el Sumo Pontífice dirige un mensaje alusivo a la Paz. Este mensaje tiene la característica que va dirigido a todos los miembros de la Iglesia Católica, pero también a todas las personas de buena voluntad que, sin tener el don de la fe, acogen esta palabra de la mayor autoridad moral que existe en el mundo. Este año 2013, el Papa ha titulado su mensaje “Bienaventurados los que trabajan por la Paz”, tomando en cuenta aquella afirmación de Jesús, cuando en el “Sermón de las Bienaventuranzas” declara quienes son verdaderamente felices. En este caso: felices son quienes trabajan por la paz. Es un documento de gran relevancia que merece ser leído, estudiado, reflexionado y, con la gracia de Dios, puesto en práctica.
Monseñor, ¿Cómo podemos los creyentes y no creyentes poner en práctica este mensaje del Papa Benedicto XVI?
Este mensaje tiene cosas muy profundas: habla que para construir la paz se requiere respetar la visión humana y antropológica de cada ser humano. Cada ser humano merece ser respetado en su dignidad desde su origen en el vientre materno hasta su fin natural. Entonces, todas estas expresiones de relativismo moral que quieren reducir la vida y quitarle su dignidad más profunda, son obras contrarias a la paz: el aborto, la eutanasia, la destrucción de la familia, entendida como la unión de un hombre y una mujer, son elementos que contradicen el camino humanista de la paz.
El Papa también se refiere a que el modelo económico mundial es un modelo que no satisface las necesidades de los hombres y, especialmente, de los más vulnerables y pobres, y por eso invita a buscar un sistema económico más humanizador y más integrador de las realidades económicas para todos los seres humanos, no como el actual que excluye a importantes segmentos de la población mundial. El Papa reitera el valor del trabajo, que dignifica al ser humano y que éste debe ser justa y dignamente remunerado. En fin, vale la pena leer este mensaje y vale la pena reflexionarlo y comentarlo con otros y desde la propia responsabilidad cada uno hacer lo que pueda para que este mensaje se haga vida en nuestras relaciones sociales, en este caso en las regiones de nuestro país.