Muy queridos hermanos y hermanas:
El próximo 5 de marzo será Miércoles de Ceniza, y los cristianos católicos comenzaremos a vivir el tiempo santo de la Cuaresma que nos prepara a celebra la Pascua del Señor.
En Cuaresma profundizamos en la vida de oración y en la práctica de la caridad, esta última la podemos vivir de múltiples maneras, pero ahora les recuerdo una que, para nosotros, católicos en Chile, es muy apreciada.
Desde el año 1982 se nos invita a vivir la llamada Cuaresma de Fraternidad. Todos conocemos y esperamos con ilusión la pequeña alcancía que llevamos a nuestros hogares y donde la familia ha de ir colocando los frutos de las privaciones de Cuaresma. Aquel helado que no tomé, aquella ida al cine de la cual me privé, esos cigarrillos que no fumé, esas bebidas que no tomé, etc, todo lo cual hacemos como un pequeño sacrificio donde de alguna manera manifestamos que lo más importante es el Señor y es el quien llena de alegría y esperanza nuestra vida; ese dinero que no gasté lo hecho en la alcancía que en Pascua llevaré a la iglesia con alegría y acción de gracias a Dios que me ha amado hasta el extremo.
Al reunir el dinero de las alcancías la Iglesia busca con ello poder ayudar a grupos de personas que lo necesitan. Este año los beneficiados son los adultos mayores, muchos de los cuales viven situación de pobreza y soledad, a ellos se les quiere acompañar y hacer sentir lo valioso de sus vidas y que el Señor no los olvida y que su providencia amorosa se manifiesta a través de la alegre generosidad de nosotros los cristianos.
La Campaña de Cuaresma de Fraternidad invita a todos los miembros de la comunidad a participar activamente en esta iniciativa solidaria. Cada donación, por pequeña que sea, contribuirá a aliviar la carga de las familias que cuidan de adultos mayores y a garantizar su bienestar.
No se trata simplemente de una campaña para reunir dinero. Es una invitación a encontrarnos con Cristo, un llamado a prepararnos para vivir su Pasión y Resurrección, poniendo nuestra mirada y nuestro corazón junto a quienes más lo necesitan, orando y haciendo gestos de austeridad que nos permitan practicar la solidaridad, con acciones concretas que nos lleven al encuentro con los demás.
Como obispo en esta diócesis de la Santa Cruz de Rancagua, y como un gesto claro de caridad, en este año del Centenario de la Diócesis, les invito a vivir esta Cuaresma con profundidad y con caridad viva y operante. Pidamos la alcancía en nuestra parroquia, motivemos a que otros hagan lo mismo, llevemos una alcancía a algún familiar o amigo e invitémosles a participar. Hagamos pequeñas penitencias y el fruto de ella sepamos compartirlas con nuestros mayores más necesitados. Ellos se sentirán contentos y valorados y cada uno de nosotros podrá experimentar lo que la palabra de Dios nos dice: “más alegría hay en el dar que en el recibir”. Hermanos que sea verdad en Chile al celebrar la Pascua eso de “Bienaventurados los viejos” porque de ellos no se olvida Dios ni nosotros.
¡Vivamos una alegre, generosa y comprometida, Cuaresma de Fraternidad!
Dios les bendiga
+Guillermo Vera