Hogar San José: Un refugio de amor y fe para los adultos mayores

Viernes 31 de Enero del 2025
Desde hace más de 60 años, las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús entregan cuidado y dignidad a los adultos mayores más necesitados. Hoy, piden la solidaridad de la comunidad para seguir adelante con esta hermosa misión.

En la Diócesis de Rancagua, existe un lugar donde la ternura y la fe se entrelazan para dar consuelo a quienes más lo necesitan. Se trata del Hogar de Ancianos San José,que situado en la capital regional, es un refugio donde cada abuelito es acogido con el cariño y la dedicación de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús.

Su directora, la hermana Cecilia Cuevas Velázquez, nos cuenta con emoción la historia de este hogar, que comenzó en 1936 gracias a una sociedad de laicos comprometidos con los más vulnerables. En 1958, la congregación tomó la misión de administrar el hogar y, desde entonces, han sido testigos de innumerables historias de vida, algunas marcadas por el abandono, pero también por la esperanza.

Hoy, 22 mujeres entre 75 y 100 años encuentran aquí un hogar de amor, donde son cuidadas las 24 horas del día, los 365 días del año. Cada rincón del hogar resguarda sus recuerdos, sus risas y también sus dolores. “Nuestra vocación es estar con ellas hasta el último día de su vida. Queremos que se sientan queridas, protegidas y, sobre todo, valoradas”, expresa con ternura la hermana encargada.

Una misión de amor y sacrificio

El Hogar San José se mantiene gracias a las pensiones de los residentes y a la generosidad de la comunidad, ya que no recibe financiamiento del Estado. “Algunas personas piensan que el Gobierno nos apoya, pero la verdad es que solo contamos con lo que cada adulto mayor aporta de su pensión. Con eso hacemos un fondo común para cubrir alimentación, sueldos del personal y gastos básicos”, explica la directora.

Pero a pesar de las dificultades económicas, el compromiso de las hermanas nunca ha flaqueado. “Aquí nadie se queda sin atención por falta de recursos. Lo que nos mueve es el amor y la misericordia de Dios”, nos dice con una sonrisa serena.

La Congregación de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús, fue fundada en 1903 en San Carlos, Ñuble, por el sacerdote José Agustín Gómez Díaz, ha dedicado su vida a los más frágiles: niños, enfermos y ancianos. Con el paso del tiempo y la disminución de vocaciones, han debido cerrar algunas obras, pero el Hogar San José sigue en pie, como un faro de esperanza en medio de las adversidades.

El dolor del abandono y el poder de la misericordia

Las hermanas ven a diario cómo algunos abuelitos son olvidados por sus familias. “El desapego de los hijos duele. Muchas veces, cuando aparecen enfermedades como el Alzheimer, la familia no sabe cómo cuidarlos y terminan sintiendo que son una carga”, confiesa con tristeza la hermana.

Sin embargo, en los últimos años, han notado un cambio. “Antes de la pandemia, muchos de nuestros residentes habían sido recogidos de la calle y jamás recibían visitas. Hoy, la mayoría proviene de sus familias y estas, en su mayoría, los visitan con regularidad. Pero aún quedan algunas historias que nos parten el alma”, nos cuenta.

Menciona tres casos en particular: “Tenemos una señora que llegó con 50 años y hoy tiene más de 80. Otra lleva más de 20 años con nosotras, y otra cerca de 15 años. Ellas no tienen visitas frecuentes, pero aquí las cuidamos como si fueran nuestra propia familia. Nos hacemos responsables de ellas hasta que Dios las llame a su encuentro”.

Un llamado a la solidaridad: cada gesto cuenta

El Hogar San José no solo necesita recursos económicos, sino también el apoyo de corazones generosos. “Alguien podría pensar que un pequeño gesto no hace la diferencia, pero sí lo hace. A veces nos traen un paquete de pañales y nos dicen: ‘Es poco’. Y yo les respondo: ‘Aunque sea un pañal, es un regalo enorme, porque aquí se usan todos los días, como el pan’”, relata la hermana con gratitud.

Quienes deseen ayudar pueden hacerlo con donaciones de alimentos, insumos básicos o aportes económicos, e incluso con su tiempo, compartiendo un momento con los abuelitos.

Un hogar reconstruido con esfuerzo y esperanza

En 2010, el terremoto dejó el hogar gravemente dañado y fue necesario demoler el 70% de su estructura. Durante siete años, las hermanas y la comunidad trabajaron sin descanso hasta que, en 2017, con el apoyo del Gobierno Regional y una inversión de 1.410 millones de pesos, se pudo reconstruir.

Hoy, el hogar cuenta con modernas instalaciones: dormitorios acogedores, enfermería, comedores, cocina, una capilla donde cada día se elevan oraciones por los residentes y hasta una sala de terapia para mejorar su calidad de vida.

El diseño estuvo a cargo del arquitecto Pedro Fergnani y la obra fue ejecutada por la constructora de René Corbalán. Este espacio renovado no solo alberga a los adultos mayores, sino también a tres hermanas de la congregación, quienes continúan su misión con la misma entrega de siempre.

Un refugio de fe y amor

El Hogar San José es mucho más que una residencia para adultos mayores. Es un hogar donde se vive el Evangelio con obras concretas, donde cada anciana es tratada con el respeto y la dignidad que merece.

“Esta es una obra de Dios, sostenida por la generosidad de muchas personas. Cada oración, cada donación y cada gesto de cariño hacen la diferencia en la vida de quienes aquí residen”, concluye la hermana.

Si sientes en tu corazón el llamado a ayudar, acércate al Hogar San José y sé parte de esta hermosa obra de amor y misericordia. Porque en cada anciano atendido, en cada sonrisa devuelta y en cada mano sostenida, está presente el rostro de Cristo.