Monseñor, ¿Cuál es su evaluación de este año 2019?
Este ha sido el primer año que he pasado de corrido, desde enero a diciembre, como administrador apostólico de la Diócesis de Rancagua. Ha sido un año muy intenso, con cosas muy positivas que revelan que de a poco la Diócesis está volviendo a la normalidad después de un 2018 bastante duro.
“LA COFRADÍA NUNCA EXISTIÓ”
El primero punto y que está en relación al 2018 es la situación que se vivió con varios sacerdotes que fueron acusados de pertenecer a una asociación ilícita para delinquir y en el que varios de ellos también tenían acusaciones personales y particulares. En este mes de diciembre hemos sabido que la Fiscalía ha terminado su investigación y ha sido sancionado por el Tribunal de Garantía de Pichilemu, donde los 14 sacerdotes investigados han quedado exentos de toda responsabilidad penal frente a la legislación chilena. Ya el año pasado, los mismos abogados de la Fiscalía indicaron que se había demostrado que la llamada “Cofradía”, nunca existió, es decir, esta asociación ilícita, como grupo para delinquir y que tenía una organización jerárquica nunca ha existido, lo cual ha sido una muy buena noticia para la diócesis, para las comunidades. Eso le ha ido dando más tranquilidad. Desde el punto de vista canónico nos quedan algunos casos que esperamos ir resolviendo próximamente. Cerrar este tema es muy relevante para nuestra Diócesis.
CRISIS SOCIAL
Durante los últimos meses de este año hemos vivido una gran crisis social, un estallido con demandas de distinto: social, político, cultural, que también ha repercutido en nuestra diócesis. Los obispos hemos llamado a asumir distintas responsabilidades frente a este momento. En primero lugar rezar mucho por nuestro país; en segundo lugar a comprometernos en los procesos a los cuales somos invitados como ciudadanos, ya sea a discutir en los cabildos u otras instancias de participación; y el tercer punto que hemos llamado, es a comprometernos en el servicio, colaborar en la justicia, en la paz, en la ayuda a otras personas. En este contexto, los obispos también realizamos una invitación para que rezáramos a la Santísima Virgen María para solicitar su protección maternal sobre nuestro país. Sabemos que siempre cuando ella se hace presente se hace presente también a su hijo, que es lo que necesitamos como Nación: crecer en justicia, crecer en paz, crecer en convivencia democrática y respetuosa de los demás. Nosotros, los obispos, rechazamos la violación a los derechos humanos, rechazamos la violencia venga de donde venga, especialmente hacia los más débiles, a la gente común y corriente que se ha visto afectada, por ejemplo, en el saqueos de sus negocios o afectada por otros actos de violencia.
TALLERES DE FORMACIÓN EN PREVENCIÓN DE ABUSOS
Este año también hemos realizado un esfuerzo en toda la diócesis para seguir desarrollando talleres de formación en prevención de abusos. Como diócesis hemos tomado con mucha responsabilidad este desafío para que todos los agentes pastorales y en todas nuestras comunidades estemos preparados, tanto en las prácticas como en la organización de los tiempos, de los espacios y de las actividades, para que las personas más vulnerables tengan ambientes sanos y seguros en todas nuestras parroquias y comunidades eclesiales. Este año hemos preparado a más de mil agentes pastorales en prevención de abusos y próximo año seguiremos desarrollando estos talleres.
PROCESO DE DISCERNIMIENTO
Durante el 2019, también hemos iniciado en la Diócesis el proceso de discernimiento que está haciendo toda la Iglesia chilena, para ir viendo qué tenemos que mejorar como Iglesia, de manera que toda la comunidad crezca en participación. Por ejemplo, debemos seguir creciendo para que cada comunidad tengan su Consejo Pastoral, Consejo Económico, que los miembros de las comunidades se sientan involucrados e integrados, tenemos que mejorar mucho en el caminar como comunidad, con respeto, sin imposiciones, saber crecer junto a otro. Es lo que llama el Santo Padre llama la sinodalidad, que es un camino que se hace con otros.
VIRGEN DE FATIMA
Otro hito importante que tuvimos este año fue la visita de la imagen de la Virgen de Fátima que estuvo una semana en nuestra Diócesis y recorrió varias parroquias, donde causó mucho impacto en la comunidad, la gente estaba con mucha alegría, revelando una devoción mariana muy grande que hay en nuestra diócesis y que hay que cuidar y respetar.
RECONSTRUCCIÓN
También hemos seguido avanzando en la reconstrucción. Este año el CORE aprobó los recursos para la reconstrucción de la parroquia San Nicodemo de Coínco. También se consagró este año el templo de Isla de Yáquil y próximamente tenemos dos o tres templos más que serán dedicados.