Monseñor, ¿Cuál sería la recomendación para vivir las vacaciones sin llegar a lamentar hechos como éstos?
Las vacaciones las necesitamos todos después de un año de trabajo, de estudio; nuestro cuerpo, nuestra sicología está cansada, por lo tanto, las vacaciones son una absoluta necesidad para reparar fuerzas físicas y espirituales. Lamentablemente, a veces, hay personas que mal entienden esto y en lugar de descansar y reparar fuerzas, se ponen a vivir intensamente en fiestas y otras actividades donde se producen excesos que llegan a dolorosos episodios donde jóvenes vidas que se han tronchado por irresponsabilidades de otros o de ellos mismos.
Entonces el llamado es vacaciones SI, excesos NO. Necesidad de reparar las fuerzas SI, pero con la moderación propia de personas que valoramos el don más grande que Dios nos ha dado como es la vida. Por eso hacer un llamado especialmente al mundo de los jóvenes, porque la alegría, la fiesta, el baile son parte de la vida juvenil que todos alguna vez vivimos, pero también hay que cuidar este don inestimable que es la propia existencia, por eso hay que evitar todos los excesos, en la comida, en la bebida, en la velocidad, los que manejan vehículos, para que no haya que lamentar episodios trágicos.
¿Cómo pueden los padres guiar a sus hijos a vivir unas vacaciones sin excesos?
Creo que como nunca los padres deben tener una gran capacidad de diálogo con sus hijos, dialogar con ellos, tratar de entenderles, animarles a tener unas vacaciones felices, juveniles, pero también ayudarles a través del diálogo a que se cuiden, a que la vida es el don más grande y no puede perderse por una irresponsabilidad personal. Además, hay que estar atentos, porque la irresponsabilidad, a veces, viene de otros que no están directamente relacionados con el descanso. Es necesario el diálogo, el amor cariñoso del papá y la mamá con su hijo, no para reprocharle si no para ayudarle a comprender el maravilloso don de la vida, para respetarla en sí mismo y en los demás.
Monseñor, ¿Cómo puede un padre que ha perdido a su hijo enfrentar esta situación tan dolorosa?
Si duda, que no siempre hay palabras para un dolor tan grande. Para un padre, una madre perder un hijo en plena adolescencia, de 15, de 17, de 18 años es una pérdida irreparable. Sólo manifestarles que la oración creyente les acompaña.
En muchas de las misas que me ha tocado presidir he pedido oración para estas familias que han tenido este dolor tan intenso y tan profundo. Para las familias que tiene el don de la fe, pedirle a Dios que les de esa paz interior para sobrellevar ese momento tan doloroso. Y para los que no lo tienen, la cercanía el cariño de los amigos puede mitigar en parte este dolor.
Lo normal es que un hijo muera después de los padres, cuando un hijo fallece en estas circunstancias es un dolor intensísimo, pero la fe, el amor de los amigos, la paz interior se puede recuperar poco a poco, y también puede ser un episodio que ayude a otros padres amigos, hijos amigos a evitar estas circunstancias tan trágicas, como es la muerte de un ser querido.