El terremoto de 8,8 grados que afectó a Chile en la madrugada del 27 de febrero de 2010 dejó una huella imborrable en todos los chilenos, que, durante dos minutos sintieron y vieron como la tierra se movía, dejando una estela de destrucción que posteriormente derivó en un tsunami que afectó a la zona centro sur del país.
En la Diócesis de Rancagua fueron varios los templos parroquiales completamente destruidos, o con daños estructurales que debieron ser demolidos por el peligro que significaban para las personas. Fue debido a eso que el Obispado de Rancagua creó la Fundación La Santa Cruz para impulsar la reconstrucción de los templos parroquiales en las distintas comunas.
Tras 15 años desde esa fatídica madrugada, conversamos con el director ejecutivo de la fundación, Roberto Urbina, quien comparte con los lectores de “Rumbos” como ha sido el proceso de reconstrucción.
¿Cuáles fueron los efectos del terremoto de 2010 en las distintas parroquias y santuarios de la Diócesis de Rancagua?
De los 64 templos parroquiales que había en 2010 (ahora hay 67), el terremoto de febrero de ese año dejó 11 sin daños y 15 con daños menores que fueron reparados por las mismas comunidades. De los 38 restantes, 22 quedaron con daños estructurales serios y 16 destruidos totalmente o hubo que demolerlos por el peligro que presentaban.
¿Cómo se gestó el proceso de reconstrucción?
En 2011 parlamentarios y funcionarios de gobierno diseñaron un mecanismo que permitió? que el Estado financiara la recuperación de templos afectados por el terremoto, como reconocimiento al valor social, cultural y patrimonial que tienen para sus habitantes. En la Región de O’Higgins, con el entusiasta liderazgo del entonces Intendente Patricio Rey, los parlamentarios, varios alcaldes y párrocos, se puso en marcha un proceso de preparación para postular a fondos del Gobierno Regional una cartera de proyectos de templos por restaurar o reconstruir. El diseño de los proyectos, excepto los monumentos nacionales, fue financiado por las mismas parroquias, de modo que la postulación a fondos del Estado fue para la ejecución de las obras de restauración o reconstrucción.
¿Cuáles fueron los santuarios y parroquias que fueron beneficiados con esta forma de financiamiento?
Se elaboró? una cartera con 22 templos, además de otros cuatro declarados monumentos nacionales: el convento de San Francisco en San Fernando y los templos parroquiales de Zúñiga, Codegua y Coinco. De los 26 templos de la cartera inicial se han recuperado 23 y sólo faltan los templos de Coinco, Zúñiga, San Francisco de San Fernando y la capilla de La Torina (cuyo diseño original fue hecho por Joaquín Toesca) en Pichidegua. Es necesario agregar la capilla del Hospital de San Fernando, también monumento nacional, que presenta daños que requieren reparación y que no estuvo incluida en la cartera inicial.
¿Qué pasó con los que no pudieron acceder a fondos estatales?
De los otros templos que no accedieron a fondos del Estado, los de Tinguiririca, Santa Cruz y Litueche fueron reconstruidos totalmente con fondos aportados por donantes privados; también de ese modo se financió la recuperación de varias sedes parroquiales, entre otras, de Placilla, Nancagua, Graneros, Pichidegua, Palmilla y Santa Gemita, en Rancagua, que está aún en obra.
Esta gigantesca obra realizada durante 15 años ha sido apoyada generosamente por el Consejo Regional de O’Higgins aprobando el financiamiento para la ejecución de la mayoría de los proyectos que han permitido a sus comunidades locales contar, nuevamente, con sus templos.
Se debe destacar que aún hay tareas pendientes, por lo que se sigue trabajando en ellos.