La Parroquia Nuestra Señora del Carmen de Rancagua lleva 77 años de vida pastoral al servicio de los fieles. Su actual párroco, el padre Miguel Ángel Cornejo Salvatierra, religioso de la Orden de la Madre de Dios, comparte con nosotros la labor, desafíos, alegrías y necesidades de esta histórica comunidad de fe que, a pesar de las dificultades, no ha dejado de anunciar el Evangelio y de vivir la solidaridad cristiana.
"La Parroquia Nuestra Señora del Carmen es emblemática en la Diócesis de Rancagua", señala el padre Cornejo. "Desde sus inicios ha sido una parroquia pastoral y solidaria. Hoy, además de la iglesia matriz, atendemos seis capillas, el Hospital Regional de Rancagua, y tratamos de llegar donde más se nos necesita, aunque los recursos humanos han disminuido".
A pesar de contar con solo dos sacerdotes —el padre Miguel Ángel y su colaborador, el padre Pedro Figueroa—, la comunidad no ha descuidado su vida sacramental y eucarística: "Gracias a Dios ninguna capilla está sin misa, y siempre hay quien rece los responsos y celebre los funerales", comenta el párroco.
Una comunidad que resiste a los cambios sociales
Uno de los mayores desafíos actuales para la Iglesia Católica en Rancagua ha sido la disminución en la participación de fieles después de la pandemia. "Hoy nuestras capillas no se llenan como antes; muchos de nuestros feligreses son adultos mayores, y la inseguridad en los alrededores, con robos y violencia, también ha alejado a muchos", lamenta el padre.
La situación social en torno a la parroquia ha cambiado: "Frente a nuestra iglesia, en la Alameda, se han instalado casuchas de cartón y colchones. La droga y la delincuencia afectan directamente a quienes desean participar en la vida parroquial", describe.
Sin embargo, el padre Miguel Ángel insiste en que esto no ha detenido el espíritu misionero de la comunidad: "Seguimos caminando juntos, en sintonía con el proceso sinodal pedido por la Iglesia, fortaleciendo la fe y la solidaridad".
El Comedor de los Reyes: 50 años de amor en acción
Un signo concreto de esa solidaridad es el Comedor de los Reyes, una obra de amor que nació hace casi 50 años bajo el impulso del sacerdote italiano Vito Gianfreda. "Todo comenzó cuando el padre Vito ofreció un plato de porotos a un hombre en situación de calle. Poco a poco, fueron llegando más y más, hasta que se organizó el comedor", relata el párroco.
Hoy, el Comedor de los Reyes atiende a más de 300 personas cada lunes, sirviendo almuerzos a quienes más lo necesitan. "Ya no solo vemos ancianos, alcohólicos; ahora llegan familias completas, jóvenes afectados por la droga y personas en extrema vulnerabilidad", explica el padre Miguel Ángel.
Además, cada miércoles, la parroquia entrega bolsas de alimentos a más de 150 familias de toda la ciudad, priorizando hogares con niños y ancianos. Esta labor, señala el padre, es posible gracias a la generosidad de los fieles y al compromiso pastoral que anima la vida de la comunidad.
Un llamado a la solidaridad y a vivir el Jubileo
Este tiempo especial, marcado por el centenario de la Diócesis de Rancagua y el Año Jubilar, ha renovado el espíritu de la comunidad: "La visita de las reliquias diocesanas y las celebraciones nos han recordado que somos parte de una gran familia de fe, que camina junta a pesar de las dificultades", destaca el padre Cornejo.
Al concluir, el párroco hace un llamado urgente a la generosidad: "La Parroquia Nuestra Señora del Carmen siempre tendrá las puertas abiertas para quienes busquen a Dios. Pero también necesitamos manos generosas que nos ayuden a sostener el Comedor de los Reyes, a asistir a las familias más pobres y a seguir construyendo comunidad". Invitó también a renovar el compromiso con el aporte del 1% a la Iglesia, recordando que "la Iglesia somos todos y debemos pensar siempre en el prójimo, porque en él encontramos a Cristo".
Juventud, esperanza y desafíos
La participación juvenil en la parroquia históricamente fue muy alta y fue terreno fértil para las vocaciones. En la actualidad, la pastoral juvenil ha sido un terreno difícil. "Hoy son muy pocos los jóvenes que permanecen en la parroquia. La mayoría de los que participan en catequesis de confirmación o primera comunión son de otras comunas", reconoce el padre. Sin embargo, junto a Jacqueline Canales, encargada de la pastoral juvenil diocesana, siguen buscando formas de incentivar la participación de los jóvenes en la vida eclesial y retomar el camino y rol que tenían en la Iglesia.