“En aquel tiempo, viniendo Jesús a su patria, les enseñaba en su sinagoga, de tal manera que decían maravillados: «¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero?” (Mt 13,54-55).
Queridos hermanos y hermanas:
En el Día Internacional del Trabajo, teniendo como trasfondo estas palabras del Evangelio, quiero enviar un saludo afectuoso a todos aquellos que día a día sacan adelante su familia y la nación con su trabajo esforzado, silencioso y constante.
El trabajo, como nos enseña la Iglesia, es la vocación original del hombre, tal como lo manifiesta el libro del Génesis, en el cual se nos enseña que Dios creador nos entregó la tierra para que la cultiváramos, para trabajarla y custodiarla (Gen, 2.15) transformándola en nuestra Casa común, la residencia en la tierra de todos.
Somos conscientes que vivimos tiempos muy difíciles, especialmente, para quienes viven de su trabajo. Muchos hermanos y hermanas nuestras quedaran sin su fuente laboral y la hora de la caridad y la solidaridad tocará las puertas de todos nosotros. Al recordar a todos los trabajadores de nuestra Patria pido a cada uno vivir una generosidad fuerte con quienes puedan sufrir por estas circunstancias, colaborando en las campañas para poder llegar en ayuda de estas personas y sus familias.
Envío a cada uno de ustedes el saludo cercano y solidario de su Obispo, recordando que el Señor Jesús vivió treinta años de su vida como un trabajador mas entre los hijos de Israel y con ello nos enseñó la inmensa dignidad del trabajo. Pido a todos, especialmente a las autoridades, las organizaciones de los trabajadores etc., que hagan cuanto esté de su mano para que este momento difícil sea aliviado con medidas oportunas y suficientes. Encomiendo a todos a San José, trabajador incansable en el servicio al plan de Dios para la humanidad.
+Juan Ignacio González Errázuriz
Obispo de San Bernardo
Administrador Apostólico de Rancagua
1 de mayo de 2020.-