Cada mes de agosto en la Diócesis de Rancagua se vivía el Mes de la Solidaridad recordando a San Alberto Hurtado con acciones concretas que movilizaban a toda la Región de O’Higgins: entrega de becas a estudiantes de educación superior, celebraciones litúrgicas a nivel decanal y parroquial con jóvenes de enseñanza media y básica, Feria del Voluntariado, Día de la Solidaridad, el desarrollo de un foro panel de la Comisión diocesana Justicia y Paz y, por supuesto, el Té Solidario.
Hoy, estas acciones no son posibles de concretar de forma presencial. Pero si es posible, dice el padre Cristian Catalán, presidente de Fundación Caritas y Acción Social Rancagua, volver al centro, volver a Jesucristo, volver al ejemplo del “Buen Samaritano”.
“Hoy, argumenta el padre Cristian, tenemos una nueva oportunidad para dejar de lado el individualismo, el egoísmo, de volver a lo comunitario. De aprovechar esas instancias que decimos no tener por falta de tiempo. Ahora, obligadamente, tenemos ese tiempo: una oportunidad que no se puede desaprovechar para demostrar afecto, para expresarse, para escuchar adecuadamente, para apoyarnos mutuamente, para participar de las labores diarias. Es esencial que en este momento fomentemos la afectividad y la cercanía”.
Sin duda, recalca el padre Cristian, que “el encierro nos puede poner irritables, aumentar el estrés, pero también este encierro nos permite: compartir con la familia, con los hijos, jugar con ellos, ayudarlos en su educación; estar más atentos y en contacto con nuestros padres, hermanos, vecinos y amigos, por intermedio del teléfono, video llamadas, entre otros. La tecnología ha sido de mucha ayuda”.
Además, “la comunidad ha vuelto a crear instancias de apoyo: realizando las compras para quienes no pueden salir, visitando a los ancianos y enfermos que se encuentran solos, generando ollas comunitarias. Hoy se nos ha dado la oportunidad de cambiar; recuperando lo comunitario. En tiempos difíciles, de nosotros depende que surja la mejor de la persona humana. El buen Samaritano”.
EL TÉ SOLIDARIO
Una de las actividades propias de la Diócesis de Rancagua, es el té solidario o cena solidaria.
“En nuestra diócesis, explica el padre Cristian Catalán, desde hace ya 17 años, cada mes de agosto, en el mes de la Solidaridad, nos disponemos a vivir esta experiencia”.
Muchos se preguntarán ¿Qué es el té solidario? ¿Cuál es su objetivo? ¿Por qué surge esta acción?
El Té Solidario es una actividad familiar, donde de forma voluntaria, al momento de la once o cena compartimos la mesa de forma más sencilla de lo habitual. Este ahorro lo depositamos en un sobre y los entregamos en nuestra parroquia.
Este acción surgió por dos motivos: uno, para apoyar con una ayuda económica a jóvenes estudiantes de enseñanza media superior de nuestra diócesis para que pudieran solventar algunos de sus gastos generados por la educación y de esa forma no tuvieran que desertar a la educación por razones económicas. El segundo motivo, argumenta el padre Cristian Catalán, e igual de relevante, es generar un encuentro familiar, compartiendo un texto bíblico, que nos permita reflexionar sobre el compartir, la misericordia, la empatía, la solidaridad, el donarse, el sacrificarse, el servicio hacia los demás. Es buscar un espacio -once, cena- donde podamos congregarnos como familia.
Respondiendo al contexto que vivimos actualmente, debido a la pandemia, el padre Cristian hace hincapié en vivir este último aspecto, y apoyar las iniciativas que vayan en ayuda de quienes más lo necesitan en este momento, especialmente en sus parroquias.
Ello, debido a que no será posible distribuir los sobres del Té Solidario y, por ende, este año no se entregará la tradicional ayuda a los estudiantes de educación superior, se excusa el padre Cristian Catalán.