El padre Juvenal Galaz, encargado diocesano de la pastoral de Liturgia aseveró que el servicio que realizan los monaguillos, conocidos como acólitos, es muy importante en la Iglesia: “Ellos asisten al sacerdote en la celebración de la Eucaristía, para facilitarle las cosas propias de la Eucaristía”.
Enfatizó que “esta es una pastoral que debemos recuperar. Es importante la presencia de los niños en el altar, porque Dios está presente en cada etapa de la vida”; y agregó que “no porque sean niños hay que dejarlos de lado, esa es una equivocación, ellos deben ser considerados en la planificación pastoral de las respectivas parroquias, a nivel decanal y de la diócesis”.
Relató que “existen muchos casos de sacerdotes que fueron monaguillos y descubrieron ahí su vocación sacerdotal, gracias a esa experiencia. En nuestra diócesis son varios los casos”.
Por otra parte, el padre Juvenal pidió acoger a los niños en las parroquias: “Las cosas que han pasado no nos pueden dejar sin la presencia de ellos en la Iglesia, se trata de poner personas idóneas en esta pastoral. Los niños son tierra fértil para la evangelización y quizás futuras vocaciones”.
Actualmente, la Parroquia El Sagrario de Rancagua abrió el proceso de inscripciones para formarse como monaguillos. Sólo deben contactarse a pastoralmonaguillos.elsagrario@gmail.com o a través de facebook monaguillos Parroquia Sagrarario o de Instagram: @monaguilloselsagrario.
En la diócesis existen varias parroquias con ejemplos claros de una pastoral de Acólitos exitosa, una de ellas es la de la Parroquia Monte Carmelo de Rancagua. Si bien durante el 2020, algunas de las tradicionales actividades fueron postergadas, la pastoral ha continuado activa.
La coordinadora de la Pastoral, María Angélica Santibáñez, destacó el apoyo que esta pastoral ha recibido de los diferentes párrocos desde el 2014. Esta pastoral se destaca por el compromiso de los padres, quienes participan activamente.
Constanza Carolina Monsalve Armijo, tiene 13 años y desde hace 4 años que es acólita. “Empecé a acolitar y me sentí muy bien por el hecho de estar en el altar sirviendo al Señor”.
Maite Isabella Villanueva Méndez, tiene 13 años y desde los 11 es acólita. “Me gusta estar en el altar y ayudar”. En el tiempo de pandemia apoyaban la Adoración al Santísimo y desde hace dos meses aproximadamente se retomó el acolitado.