Monseñor, a partir de mañana lunes 7 de julio usted participará en una Seminario sobre Prevención de Abusos, en Roma, ¿En qué consiste este seminario?
Hace dos años, en el 2012, se efectuó un encuentro internacional en el cual también participé como presidente del Consejo Nacional de Prevención de Abusos de la Conferencia Episcopal de Chile. Ahí, hubo representantes de todas partes del mundo, cerca de 300 personas. A la conferencia que he sido invitado en esta oportunidad, es de los países de habla inglesa. Ellos han comenzado esta tarea a fines de la década pasada, del 2000 en adelante, por lo cual tienen una experiencia mucho mayor que nosotros, que comenzamos con el Consejo Nacional hace cuatro años, más o menos. Además de invitarnos a participar en esta conferencia de países de hablan inglesa, ellos han querido que transmitamos la experiencia chilena, lo que hemos hecho en estos cuatro años. Cada año, ellos invitan a un país, que en este caso es de habla hispana para contar nuestra experiencia, que, sin duda, es menor, pero es clara y decidida en el sentido de trabajar con todas nuestras fuerzas para erradicar, en la medida que podamos, este mal de la Iglesia; y contribuir de alguna manera a erradicarlo también de la sociedad, porque este tema de los abusos es, lamentablemente, transversal. El porcentaje de abusos en los hogares y en otras circunstancias en Chile es muy grande; y también debemos reconocer que en la Iglesia ha habido algunos sacerdotes que han dañado la integridad de los menores, pero la decisión de la Iglesia es clara y frontal queremos luchar con todas nuestras fuerzas y, lo estamos haciendo, para que este mal no siga en la vida de la comunidad cristiana.
Monseñor, ¿Existen otras instancias similares a este seminario y de qué forma éstos aportan a la prevención de abusos?
Bueno, el Papa Francisco creó una comisión al más alto nivel en el Vaticano, incluyendo en este consejo de ocho personas a una víctima de Irlanda. En el caso de Chile, nosotros hemos tenido desde que comenzó el Consejo, tres jornadas nacionales y, ahora, en el mes de agosto, tendremos la cuarta, con representantes de casi todas las diócesis de Chile. Hemos iniciado una serie publicaciones, que hemos llamado “Cuidado y Esperanza”, con temas alusivos a esta problemática. Además, en prácticamente todas las diócesis de Chile existe un consejo y en las más pequeñas hay una persona que está a cargo de esta problemática. La voluntad de la Iglesia es trabajar decididamente prevenir y procurar que este mal pueda desaparecer de la Iglesia y la sociedad y sobre todo educar a las familias, y a quienes trabajan en los colegios y en nuestras parroquias a prevenir estas situaciones que dejan huellas tan dolorosas. Este es un drama tremendo, porque afecta la integridad física de los menores y deja huellas terribles en ellos y en sus seres queridos. Además, tenemos que ayudar, de alguna manera, a quienes comenten estos hechos tan atroces, porque también son hijos de Dios y son hermanos nuestros. En definitiva con todas nuestras fuerzas seguiremos trabajando para liberar a la Iglesia y a la sociedad de este flagelo.