Monseñor, ¿Cuál es su opinión frente al conflicto en la Franja de Gaza?
Realmente horroriza ver tanto drama humano provocado por nosotros mismos. Sin duda, que la situación en Medio Oriente, entre el pueblo Judío y el Palestino, es compleja, y que lamentablemente las Naciones Unidas no han logrado buscar una solución adecuada, pero lo que hemos visto es un drama de muerte de inocentes de una manera tan cruel, tan violenta: cerca de dos mil personas, más de 1.800 personas del pueblo Palestino y cerca de un centenar de soldados israelitas han perdido la vida en este acontecimiento. Lo que horroriza al mundo y a mí también de manera muy personal, es la desproporcionalidad entre lo que está en juego y las acciones bélicas indiscriminadas, que han matado cerca de 500 niños inocentes, que recién comenzaban a vivir. Cada país tiene derecho a una legítima defensa y eso está dentro de cualquier norma ética en los conflictos, pero destruir escuelas donde estaban los niños refugiados, escuelas bajo el patrocinio de las Naciones Unidas, donde han muerto seres inocentes: niños, ancianos y enfermos, a cualquier ser humano, cualquiera sea su postura, da escalofrío. Gracias a Dios en estos últimos días ha habido una tregua y esperamos que pueda perpetuarse y puedan sentarse en una mesa de negociación para que ojalá nunca más ocurran episodios que tan dramáticamente hemos visto de forma impávida.
Monseñor, ¿Qué lecciones deja a los católicos este conflicto hoy que estamos en el Mes de la Solidaridad?
Creo que las lecciones que nos deja este conflicto son evidentes. Es natural que haya discrepancias entre los seres humanos frente a temas determinados, como lo estamos viendo en nuestra realidad chilena, frente a ciertas propuestas legislativas como la reforma tributaria, educacional y otros temas de la vida familiar, pero lo sensato y razonable, lo humano, es dialogar nuestras diferencias y buscar siempre la posibilidad de descubrir la parte de verdad que hay en la otra opinión, no cerrarnos a la propia e individual opinión, creyendo que lo que nosotros decimos es lo único verdadero, lo único cierto y todo lo que dice eventualmente mi adversario es erróneo. Cuando se tiene esa posición ocurren los fanatismos que lamentablemente hemos visto en grados extremos en la Franja de Gaza. Por eso en el Mes de la Solidaridad, que recuerda a San Alberto Hurtado, tenemos que aprender a dialogar con los demás, especialmente con quienes piensan diferente y también dejarnos interpelar por la postura de los otros, porque no hay nadie que tenga absolutamente la verdad, como tampoco hay alguien que tenga absolutamente todo equivocado, la vida se va construyendo con el aporte de todos, especialmente la vida social. Ojalá que este hecho tan dramático y tan trágico en la Franja de Gaza, nos ayude a los chilenos a tener esa capacidad de diálogo y a respetarnos más allá de nuestras diferencias