Actualidad Diocesana

Parroquia El Carmen de Rancagua: Agentes pastorales entregan almuerzos cada semana

Martes 10 de Agosto del 2021
- Pese a que el tradicional “Comedor de los Reyes” debió cesar su trabajo debido a las medidas sanitarias establecidas por la autoridad, los grupos parroquiales buscaron la forma de seguir ayudando.

Desde que comenzó la pandemia, la Parroquia El Carmen de Rancagua buscó la forma de ayudar a quienes más lo necesitaban, especialmente luego que el histórico ‘Comedor de los reyes’, debió suspender su trabajo por los aforos. El comedor entregaba cada día lunes –en dependencias de la sede parroquial- alimentación a más de 200 personas, la mayoría de ellas en situación de calle.

Es así como a principio del 2020 un grupo de voluntarios agentes pastorales asumió la tarea de entregar cada sábado almuerzo a los “reyes”.

Erica Leyton catequista de Primera Comunión y una de las voluntarias que asumió esta tarea, cuenta que “existía mucha necesidad en ese momento y la parroquia no podía dejar de entregar este servicio, sobre todo cuando no sólo eran los ‘reyes’ sino que también muchas familias que lo estaban pasando mal”, relató, y aseveró que “gracias a Dios y la Virgen del Carmen nunca nos faltaron donaciones para realizar los almuerzos”.

UNA EXPERIENCIA DE AMOR Y SOLIDARIDAD

Este año 2021, el párroco de la iglesia El Carmen, padre Miguel, solicitó a los grupos parroquiales entregar este servicio. De esa forma cada semana uno de los grupos parroquiales asume esta tarea solidaria, mientras están a la espera del regreso del “Comedor de los Reyes”, una iniciativa tradicional que esperan retomar pronto.  

Son a lo menos 50 almuerzos, consistentes en tallarines con salsa boloñesa, ensalada, pan, jugo y fruta los que preparan. Un trabajo que se planifica cuidadosamente para respetar los aforos establecidos por la autoridad sanitaria y conseguir los recursos y donaciones para generar los almuerzos, preparar los alimentos y entregar para llevar.

Erica enfatizó que “la experiencia de trabajar en este voluntariado con los grupos parroquiales permite que cada uno de nosotros se impregne del amor al prójimo y ese amor uno lo lleva a su casa, lo comparte con sus hijos y con quienes uno se relaciona habitualmente.  Es una experiencia de amor y solidaridad maravillosa”.