Actualidad Diocesana

Obispo de Rancagua oró por los trabajadores

Lunes 30 de Abril del 2012
Durante la Eucaristía se reconoció a seis trabajadores de la Diócesis de Rancagua.

El Obispo de Rancagua, monseñor Alejandro Goic Karmelic oró por la dignidad de los trabajadores, durante la Eucaristía  celebrada el pasado lunes en la Catedral de Rancagua.

En la oportunidad, el pastor diocesano señaló que el Día del Trabajo, la Iglesia recuerda a San José Obrero, esposo de la Virgen María, el padre adoptivo de Jesús, el Hijo de Dios; y resaltó el valor del trabajo y la dignidad de los trabajadores.

Durante la misa, concelebrada por Vicario General, monseñor Bernabé Silva, y el asesor de la Pastoral diocesana de los Trabajadores y Temporeros, presbítero Eduardo Morín, trabajadores de diferentes rubros realizaron sus ofrendas.  Además, se bendijeron las manos de los asistentes y se premió a seis trabajadores de los diferentes decanatos de la diócesis de Rancagua.

A la Eucaristía asistieron trabajadores, representantes de sindicatos y autoridades regionales, encabezadas por el intendente regional, Patricio Rey, quien al concluir la misa, señaló que “valoramos el homenaje que tuvieron las seis personas anónimas de nuestra región, que día a día trabajan para mantener a sus familias y contribuir con el desarrollo social. Es un día especial, donde todos merecen darse un tiempo de reflexión, analizando cómo se esfuerzan y construyen los cimientos de su vida”.

 

La homilía del pastor

Durante la homilía, monseñor Alejandro Goic Karmelic, entregó un saludo de la Iglesia “a todos los hombres y mujeres, que en los diferentes niveles y responsabilidades, trabajan con honestidad, responsabilidad y generosidad por el desarrollo integral de nuestra sociedad”.

También reconoció el aporte realizado por los trabajadores y trabajadoras enfermos y ancianos, que “gastaron su existencia dando lo mejor de sí en el pasado” e hizo un llamado a  la sociedad a reconocer en justicia su aporte y su entrega”.

El Obispo de Rancagua, Alejandro Goic Karmelic, enfatizó que “el trabajo es una actividad esencialmente humana e íntimamente divina”, y continuó desarrollando un símil entre José y los trabajadores. Señaló que “José es un hombre sencillo y responsable, capaz de sostener a su familia y protegerla. Como José, vemos a hombres y mujeres que con enorme esfuerzo luchan cada día por sostener a sus hijos y darles herramientas para proyectar su vida”.

Monseñor Alejandro Goic Karmelic recalcó que “en José vemos un hombre con una profunda fe que le permite reconstruirse en medio de la adversidad, del exilio, del desarraigo, ¿cuántos de nuestros trabajadores –hombres y mujeres – deben migrar de sus hogares y desarraigarse para proveer el sostenimiento de sus familia? ¿A qué costos?”

Sostuvo que “el valor del trabajo no está solamente en el servicio que se presta o en el producto que se fabrica sino en el hecho de que quien lo ejecuta es una persona y que esa persona continúa colaborando con Dios en su obra Creadora”.

Entonces, dijo el Obispo diocesano, “la pregunta que cabe es ¿hemos avanzado en dignificar el trabajo y la persona de los trabajadores como Dios nos enseña?”

“Muchas veces –dijo monseñor Alejandro Goic Karmelic- escuchamos de los trabajadores expresiones como “trabajo pero no me alcanza para vivir”, producto de salarios que no alcanzan para sostener dignamente la vida de ellos y de sus familias;  o “trabajo pero no tengo tiempo para vivir”.  Otras veces el lugar de trabajo es vivido como un lugar de tensión y frustración por maltratos o por inestabilidad.  Nuevas formas que asumen las relaciones laborales son –a veces – un obstáculo para la convivencia, la pertenencia y la identidad debilitando la posibilidad de socializar y organizarse”.

El Obispo de Rancagua, dijo que “el trabajo es concebido solo como un factor del costo de producción.  Aceptando que el mercado es el único regulador de la mano de obra y de la fijación de salarios, hemos desembocado en la consolidación de una doctrina que considera al trabajo como un medio de producción y no como un espacio de construcción común, como la actividad mediante la cual el hombre y la mujer construyen su vida”.

En la ocasión, monseñor Alejandro Goic Karmelic, también se refirió “a la urgencia por la dignidad en el trato de los trabajadores;  su derecho a un salario digno que les permita vivir sin dependencias de subsidios; la posibilidad de poner sus capacidades al servicio de la vida y la transformación de su mundo; el respeto a las diversas formas de asociación  para velar por los derechos de todos. Confiamos que la anunciada reforma tributaria favorezca especialmente a los sectores más desposeídos de Chile”.

El pastor diocesano concluyó diciendo “esta celebración de fe es una invocación a Dios para que nos conceda como sociedad la conversión y haga de la Patria una sociedad más justa y equitativa, una sociedad dignificadora de todos, especialmente de sus hijos más vulnerables”.

 

Reconocimiento a los trabajadores

Llena de simbolismo, durante la Eucaristía se realizaron ofrendas testimoniales, donde los trabajadores de la salud, presentaron su uniforme, toca y algunos instrumentales con los cuales atienden a los enfermos de la comunidad; mientras los temporeros y temporeras de la fruta, presentaron sus herramientas de trabajo en el campo chileno: tijeras, gorro, delantal y un canasto con frutas como ofrenda del pueblo caminante que peregrina en esta diócesis. Los suplementeros ofrecieron su humilde y sacrificado trabajo de todos los días del año, con frio, con calor y con lluvia. Tampoco podía estar ausentes, los reponedores de los supermercados de nuestra ciudad, quienes ofrecieron su delantal de trabajo; los trabajadores del agua potable, sus equipos e instrumentos de medición, mientras que los vendedores ambulantes, “nuestros esfuerzos para ganar honestamente el pan de cada día”.

Posteriormente, el Obispo de Rancagua bendijo las manos de los asistentes, para simbolizar que “todo nuestro ser está comprometido para servir y trabajar por mayor justicia social”.

Finalmente, seis trabajadores, uno de cada decanato de la Diócesis de Rancagua, fueron premiados como reconocimiento a su testimonio de trabajador honesto y responsable y su permanente espíritu de servicio a la comunidad. Recibieron este reconocimiento: Samuel Abelardo Ortega Valenzuela, Marta Viviana Romero Acevedo, Sergio Reyes Lecaros, José Miguel Espinoza Flores, Luis Calquín Calquín y Mariano del Tránsito Pino Parraguez.