Actualidad Diocesana

Monitoras de Salud de Caritas celebran aniversario 28

Lunes 05 de Noviembre del 2012
El año 1984 las monitoras comenzaron a ser capacitadas por Caritas Chile, para ir en apoyo de todos los pacientes postrados y gente de la calle.

Ser “un instrumento de Cristo, para restaurar otros cristos rotos”, es lo que motiva a las monitoras de salud de Caritas a desarrollar en Rancagua su labor de servicio a los enfermos, desde hace 28 años, según explica la coordinadora de esta agrupación, Francisca Benítez.

Las monitoras celebraron este nuevo aniversario el pasado 30 de octubre, con una eucaristía en el Oratorio de la Catedral, presidida por el padre Jorge Poblete, párroco de Madre de la Divina Providencia, quien destacó que están “destinadas a mostrar lo que debe ser la Iglesia. Son la expresión de la caridad de Cristo hacia ese enfermo o necesitado que atienden. La acogida, la recepción, el abrazo que entregan son esta manifestación del rostro del Señor”.

Al finalizar esta celebración religiosa se entregó el delantal de monitora a una nueva integrante, Benedicto González Contreras, llegando éstas a nueve en la actualidad, por lo que están deseosas de contar con nuevos miembros, hombres o mujeres, pero que “tengan voluntad de servicio, de servir a la persona, no importa en qué condiciones esté”, dice la coordinadora.

Y agrega que “nuestra paga es la sonrisa del que recibe, de ese abuelito que te toma las manos y uno ve en sus ojos agradecimiento. Es una tarea difícil, con una carga emocional fuerte, ya que se crean lazo, apego, y a uno le duele cuando parten, pero con la ayuda del Señor, tratamos de salir adelante”.

El año 1984 las monitoras comenzaron a ser capacitadas por Caritas Chile, “para ir en apoyo de todos los pacientes postrados y gente de la calle, es decir, alcohólicos, drogadictos”, señala Francisca Benítez.

Ellas realizan una labor de acompañamiento espiritual y de apoyo físico (sanitario), que se traduce en actividades como baño de esponja de los enfermos postrados, la curación de escaras y la colocación de inyecciones, además, de ayuda material, cuando la situación económica lo amerita.

“Lo que queremos es que la persona que no se puede mejorar, tenga un buen morir, al interior de su casa, con su familia –precisa-. Nosotros trabajamos con las familias, en sectores difíciles, donde hay problemas de alcoholismo, por ejemplo. Se les enseña cómo cuidar a los enfermos. Uno es el apoyo, uno enseña, ayuda, pero la idea es que asuman su responsabilidad, porque a veces los ancianos, los enfermos, se sienten muy solos aunque están rodeados de su familia”.